EL "IMPUESTO INFAME" NO ES UN PROGRAMA

EL

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/54670-

Cavallo es fiel a sí mismo. Siempre el manotazo al bolsillo de los trabajadores. Por eso lo único concreto que hizo hasta ahora es el impuesto al uso de la cuenta corriente, que le permitiría recaudar unos 6.000 millones de pesos. Un verdadero desfalco, que pagarán los que menos tienen, por la sencilla razón de que los grandes pulpos lo descargarán a los precios o lo evadirán, y eventualmente podrían deducirlo del IVA, según prometió Cavallo.

La recaudación de este impuesto le permitirá al gobierno pagar sus deudas en pesos e incluso los salarios, que estaban cada día más amenazados de no poder ser cobrados. Cavallo podrá también socorrer con esa plata a Ruckauf y De la Sota, que todos los días se jactan de bajar impuestos pero no dicen que sus Tesoros se encuentran en bancarrota. La actividad comercial y los trabajadores deberán bancar estos desfalcos; sus consecuencias sobre la economía son harto predecibles –mayor recesión. Cavallo, para colmo, quiere usar esa plata para socorrer a capitalistas que enfrentan situaciones de bancarrota. Para sustentar la propuesta de este impuesto, los acólitos de Cavallo citaron su exitosa aplicación en Brasil en los últimos años. Lo que no dijeron es que el jueves pasado, en Nueva York, el presidente del Banco Central de Brasil, Arminio Fraga, lo calificó como un “impuesto infame” (O Estado de Saõ Paulo, 23/3), en alusión a sus características recesivas, a que incrementa el costo final de producción y a que es forzosamente pagado por los consumidores y el pequeño comercio, pero no por la gran industria que tiene su propio sistema de compensaciones y pagos. Para los bancos representa un negociado fantástico; primero, porque pueden manejar centenares de millones de pesos durante los quince días que van desde la recaudación hasta su entrega al Tesoro; segundo, porque Cavallo estableció que cualquier pago por arriba de mil pesos debe hacerse con cheque.

El impuesto al cheque atiende al déficit fiscal, pero no a la cesación de pagos de la deuda externa, porque para eso hacen falta dólares, no pesos, y en Argentina los dólares se van en lugar de venir. Se van de dos maneras: por cuenta corriente de pago de intereses de la deuda y remisión de ganancias empresariales al exterior; y por cuenta de pagos, que registra la salida de capitales. Argentina no puede incluso colocar hoy nueva deuda para pagar la que se vence. Debido a esta situación, Cavallo quiere forzar a los bancos y AFJPs que están en el país a que financien con nuevos créditos el pago de la deuda antigua, y en anticipo de esto les dio la obligación de usar cheques por pequeños mostos. Cavallo quiere ir más lejos aun en una política que ya aplicaron Roque Fernández y Machinea, que consiste en que la plata en los bancos financie la deuda externa y no la producción y el comercio.

Si no tuviera éxito en ese propósito, Cavallo podría pagar la deuda externa cambiando la plata del nuevo impuesto por reservas del Banco Central. En esta variante no solamente crecería la vulnerabilidad de Argentina sino que su efecto recesivo sería tremendo, porque quitaría dinero al mercado interno para mandarlo a Londres o Nueva York.

Toda esta caracterización de la crisis financiera y económica demuestra que cuando Cavallo dice que el peso está sobrevaluado en un 20%, está queriendo decir que vamos a la bancarrota y que está planteada la devaluación. Porque ha sido precisamente el mismo Cavallo el que siempre ha dicho que en un sistema de convertibilidad la paridad de la moneda es la que debe ser –que no puede estar ni subvaluada ni sobrevaluada. Que diga ahora que el peso es caro no solamente pretende justificar nuevas rebajas de aportes patronales, porque esto no alcanza para corregir tamaña sobrevaluación. Pretende por sobre todo preparar una declaración unilateral de cese de pagos y una devaluación.

La reprogramación de la deuda externa argentina es discutida abiertamente en los círculos financieros internacionales. El problema de su viabilidad es que hoy sólo podría hacerse a tasas usurarias, como las que pactó Machinea hace un mes cuando reprogramó deuda que vencía en el 2001 para el 2005, al 13% de interés anual. La alternativa a esto es una reprogramación unilateral, o sea, se paga lo que se puede y el resto queda para más adelante. Pero esto desataría una situación a la ecuatoriana, en la que Cavallo tuvo mucho que ver, con fuga de capitales y devaluación.

Cuando se examina la situación que se ha presentado, resulta claro que cualquier salida requiere medidas extraordinarias; el problema ya no es la excepcionalidad de lo que se haga sino quién lo hace y en beneficio de quién. Cavallo prepara un fuerte golpe a las masas en medio de una cesación de pagos. El Partido Obrero, en esa misma situación, plantea, primero, la nacionalización del comercio exterior y de la banca y la reestatización de las AFJPs (bajo control obrero), para que cese el saqueo del país y se reoriente el ahorro nacional. Es sobre esta base que debe cesarse el pago de la deuda externa y es con estos medios en poder del Estado que es posible montar un plan de prioridades económicas, que deben ser discutidas en un congreso de trabajadores.

Repetimos lo que está dicho en otra nota de esta edición: hay un derrumbe financiero del capitalismo mundial, que ha dejado fuera de posibilidad la continuación de los planes fondomonetaristas. La situación de bancarrota económica afecta a numerosos países y a fuertes corporaciones capitalistas.