LA HUELGA GENERAL NO ESCARMENTÓ A LA ALIANZA
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/54454-
Los temores del periodista Horacio Verbitsky no sobrevivieron las 24 horas de prueba. Exactamente al día siguiente de que publicara en Página/12 una abundante batería de pruebas acerca de la actividad conspirativa de Ruckauf para voltear a De la Rúa o provocar al menos el alejamiento del Frepaso del gobierno en beneficio de Cavallo y del PJ, el exhibicionista gobernador de Buenos Aires firmaba, junto con sus colegas peronistas y en especial con De la Sota, el llamado pacto fiscal, con la sola abstención del santacruceño Kirchner. El pacto era una de las exigencias del FMI para conceder el famoso “blindaje” financiero que preservaría a la Argentina de la cesación de pagos. En realidad, al congelar las transferencias de dinero que el gobierno nacional debe realizar a las provincias en concepto de coparticipación federal, ese pacto tiene dos objetivos: uno, liberar dinero para que el gobierno nacional pueda renovar el financiamiento de la banca internacional; dos, obligar a las provincias a privatizar todo lo que tienen y a destinar lo que recauden por ello al pago de la deuda que tienen con bancos locales y del exterior por un monto total que oscila en los 20.000 millones de dólares.
Según coinciden varios diarios, los gobernadores peronistas se plegaron con esa firma a una presión que sin desembozo ejercieron sobre ellos el Banco Mundial y el Banco Interamericano, que los amenazaron con cortarles las líneas de crédito, en especial a Ruckauf y a De la Sota. También ejercieron su propia presión las fundaciones Mediterránea y Nuevo Milenio, ambas de cuño cavallista. Ruckauf sintió, de repente, que el que se encontraba en cesación de pagos era él más que De la Rúa, y amenazado, además, de quedar sin refinanciación para la abultada deuda pública que ha acumulado la provincia de Buenos Aires. En menos de lo que canta un gallo, entonces, quedó claro que la banca internacional y buena parte de la local no alentaba la conspiración de Ruckauf, sino que por el contrario, apoyaba con todos sus recursos al desteñido De la Rúa. Algunos días después, el gobernador bonaerense aún seguía en retirada, como lo demostró cuando no cumplió con un prometido apoyo a la olla popular que Moyano había organizado frente al Congreso en la iniciación de la huelga de 36 horas. Moyano, en respuesta, volvía a romper con Ruckauf, y el muy hablado frente nacional encabezado por el gobernador volvía a abortarse en la fantasía de sus promotores.
Este rápido desplazamiento del centro de gravitación de la política nacional de un polo al otro de los sectores patronales, pasó desapercibido para la opinión pública y para los comentaristas políticos. Pero el hecho no es menor, porque puso de manifiesto claramente que el peronismo no es alternativa política en la presente crisis y que, en medio de la cesación de pagos y de la huelga general, la opción más adecuada que disponen los banqueros es la propia Alianza, o para decirlo mejor, la necesidad de que el Frepaso continúe en el gobierno. O sea que el Tesoro de los Estados Unidos sigue siendo centroizquierdista.
La respuesta del Frepaso no demoró demasiado, y es así que se apresta en las próximas horas a votar el Presupuesto nacional que mantiene la rebaja salarial, impulsa el desguace del Pami, prevé ‘ahorros’ en concepto de menores jubilaciones, admite un déficit mayor debido a la reducción del impuesto a los intereses que pagan las empresas, y tiene un diseño general de ajuste contra el gasto social al prever una tasa de crecimiento de la economía y de la recaudación impositiva superiores a las que se darán en la realidad.
Para salvar al gobierno de la Alianza, cueste lo que cueste, que es la consigna fundamental del momento para el Frepaso, el propio Chacho ha armado un esquema para viabilizar la rebaja de las jubilaciones que piden los bancos y el FMI. En efecto, a pesar de que la presidenta de la Comisión respectiva de Diputados es una frepasista, incluso crítica de la rebaja previsional, el único dictamen que se ha puesto a discusión es la propuesta del Ejecutivo que reduce drásticamene la PBU. El objetivo de esta operación es crear el antecedente necesario que justifique eventualmente el dictado de un decreto de necesidad y urgencia y permita, a su vez, justificar este procedimiento ante los tribunales. Aunque la maniobra pueda sorprender por lo sinuosa, no hay que olvidar que la perfidia es uno de los pocos recursos que tienen a disposición los gobiernos débiles.
Según los diarios, Alvarez se ha convertido en el operador en jefe para salvar a la Alianza, o por lo menos para que el gobierno sobreviva al verano. Su retiro en Buzios, como se puede ver, no le ha refrescado las ideas; incluso ha olvidado su tentativa de renovar la política argentina mediante una ONG de estudiantes universitarios. Los sucesos en curso vuelven a probar la validez de la caracterización que hicimos de la renuncia del Chacho, de que se había ido para que De la Rúa pudiera continuar.
La Alianza se dobla pero no se rompe. Luego de la flexibilidad laboral, los argentinos recibirán ahora una ducha de elasticidad política; se alarga o contrae y hasta se contorsiona. El menemismo no había sido la última palabra en este asunto; es más, dejó lastre.
¿Pero puede la Alianza sobrevivir a la cesación de pagos? La experiencia internacional es ambivalente. En Brasil, Cardoso quedó para contarlo, lo mismo en Corea del Sur; en Indonesia, en cambio, a Sukarno se lo tragó el tifón, y en Rusia, Yeltsin le tuvo que dejar el mando a Putin. De todos modos, si la cesación de pagos se lleva al gobierno de la Alianza, la emergencia de un gobierno de unión nacional que reúna también al cavallismo y a las numerosas variantes del peronismo, debutará con una enorme debilidad y frente a un movimiento de masas populares en ascenso.
En este marco es que realizarán su experiencia política los 150.000 piqueteros que cortaron rutas, bloquearon vías férreas, combatieron a los carneros y aseguraron la huelga en numerosas empresas. Fue el primer gran paso de lo que será la próxima vanguardia obrera, que en esta condición no aceptará ser el remolque de ningún frente nacional o popular sino su propia dirección política, organizada bajo un programa y un partido propios. Su meta no será cambiar de modelo sino reorganizar a la sociedad sobre la base de nuevos principios.