EL MEJOR ‘RETIRO ESPIRITUAL’ ES UN CONGRESO DE DELEGADOS

EL MEJOR ‘RETIRO ESPIRITUAL’ ES UN CONGRESO DE DELEGADOS

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/53895-

Los diarios del martes 13 informan que los dirigentes de la CGT de Moyano se recluirían por unas horas, junto a sus asesores, sociólogos y economistas, para elaborar un plan de salida a la presente crisis.

No es esto, por cierto, lo que más urge luego del parazo del 9. Lo que apremia es determinar la continuidad de la lucha, toda vez que el gobierno no ha dado ninguna señal –todo lo contrario– de que fuera a recular en la reducción de los salarios y la desregulación de la salud. Un inversor neoyorquino, citado en la información que cubre el viaje de De la Rúa, elogió al gobierno porque precisamente había introducido la ‘flexibilidad salarial’, es decir la reducción de los sueldos, como variable estratégica.

De todos modos, ¿qué capacidad puede tener un académico para determinar el plan de la clase obrera y de los trabajadores frente a la crisis? Creer que los sociólogos o economistas tienen algún don especial para esto equivale a admitir que la crisis y su salida es lo que la jerga en boga llama un asunto ‘técnico’. Los técnicos de la CGT serían, para el caso, más capaces o sensibles que los del FMI o los del gobierno. Si fuera así, incluso los técnicos oficiales podrían ser persuadidos de las ventajas, por supuesto técnicas, del programa que ofrezcan los profesionales convocados por la CGT. En definitiva, nada grave nos separa, ni siquiera de los funcionarios oficiales, menemistas antes, aliancistas ahora, más antiobreros.

El primer problema técnico, sin embargo, es que las diferencias entre los trabajadores y el gobierno no son técnicas, sino de clase. No hay ninguna razón técnica para privatizar la seguridad social y bajar los aportes patronales sino de beneficio: la continuación de la acumulación capitalista exige asegurar el beneficio de los capitalistas a expensas de la clase obrera. Una gestión obrera de la seguridad social sería, por lejos, más beneficiosa para las masas, pero perjudicaría ostensiblemente la tasa de ganancia del capital. Cuando lo que está en juego es un antagonismo de clase, son las clases y no los técnicos los que deciden. En tal circunstancia, los trabajadores necesitan, antes que técnicos, deliberar como clase para establecer el programa que corresponde a sus intereses comunes. Es decir un congreso de delegados electos en los lugares de trabajo y en representación de los compañeros desocupados.

Los técnicos y los profesionales no viven de los libros sino de lo que la clase capitalista les paga por su trabajo, sea en las empresas o institutos y fundaciones. Si deciden trabajar por la causa de los explotados militan en los sindicatos y en los partidos. En este último caso, son ellos los que saben mejor que nadie que la salida pasa por convocar a los trabajadores a deliberar, decidir y organizarse en forma independiente. Los técnicos que asesoran a las distintas CGTs o sindicatos son, de un modo general, dependientes económicamente de la clase capitalista.

Un congreso de delegados electos y mandatos no es solamente el ámbito adecuado para encarar en forma consecuente los problemas que enfrentan las masas. Define, además, una estrategia, ya que plantea que la solución de los problemas del país y de las masas depende de la movilización independiente de los trabajadores y no de la influencia siempre escasa que se pueda ejercer sobre un gobierno patronal. En el caso de la Alianza es claro que “viene por más” , en condiciones de crisis explosiva del capitalismo. Frente a esto, un congreso de bases marcará una salida social y política que servirá para encolumnar a la mayoría nacional detrás de la clase obrera y sus organizaciones, convirtiéndose en alternativa política, es decir de poder, al régimen existente de mentirosos y tramposos. Ninguna organización obrera puede dejar de lado que toda lucha es, en última instancia, una lucha por el poder, porque es el poder el que tiene la capacidad de resolver las reivindicaciones populares.

En lugar de ‘retiros espirituales’ es necesaria una demostración pública: un congreso de delegados de los trabajadores, la mujer y la juventud.

Jorge Altamira