¿SÓLO CUENTAN EL PJ Y LA ALIANZA?

¿SÓLO CUENTAN EL PJ Y LA ALIANZA?

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/52885-

Todo duró menos que un parpadeo. Lejos de haberse amortiguado, la crisis internacional ha cobrado nueva fuerza en varios centros simultáneamente: Estados Unidos, Brasil y la Argentina. En la Argentina, se ha desatado incluso el ‘pánico’, pues a la cesación de pagos de unos seis grandes grupos económicos se le han agregado las advertencias acerca de una devaluación del peso o de una dolarización monetaria, es decir de la desaparición del peso. Pero incluso cualquiera de estas alternativas no pondría fin a la crisis porque, según asegura Martín Redrado de la Fundación Capital, ”no resolvería el principal problema argentino: el creciente endeudamiento, que deja a los acreedores externos preocupados con una moratoria” (Folha de Sao Paulo, 23/5). Se calcula que el total de la deuda pública argentina es de 160.000 millones de dólares, en tanto que la privada sería de unos 110.000 millones (el 40% bajo la forma de deuda con el exterior). Pero sólo en 1999 el pago de los intereses más el capital que debe cancelarse en concepto de deuda pública es de 20.000 millones de dólares, a lo que habría que sumar una cifra incierta que puede ir de 5.000 a 10.000 millones de dólares en concepto de deuda externa privada. Como Argentina no tiene superávit comercial con el exterior sino un déficit de alrededor de 4.500 millones de dólares, sólo puede hacer frente a sus compromisos con un mayor endeudamiento. Pero lo que no existe en el mercado internacional de capitales es interés en renovar el crédito a la Argentina.

La euforia menemista ha concluido en la quiebra; la ‘estabilidad’ que, según la Alianza, ‘hemos conquistado todos los argentinos’, resultó un espejismo. Sin hablar de los cuatro millones de desocupados.

Aunque el gobierno niega cualquier intención de devaluar el peso, el dólar ya se está cotizando a 1,09 pesos en los contratos futuros de compra de dólares. El representante de la banca Morgan le dijo al diario La Prensa (23/5) ”que ya hay gente de afuera o de adentro que se está cubriendo o apostando contra el peso”. El mismo individuo agregó que ”la Argentina, refinanciando su deuda al 12% anual, no aguanta porque el gobierno no tiene esa capacidad para generar recursos”. Cómo va a tener capacidad si el déficit fiscal consolidado del gobierno nacional y de las provincias se aproxima a los 14.000 millones de dólares, estimándose que las provincias tienen comprometido en el pago de la deuda el 80% de sus ingresos corrientes. Hay quien ha expresado el temor de que el primero en declarar una moratoria de pagos no sea el gobierno nacional sino alguna provincia, como acaba de ocurrir con el estado brasileño de Minas Gerais.

El epicentro, Nueva York

Para hacer frente a una crisis de pagos o a una corrida contra el peso, la Argentina reivindica poseer recursos por 50.000 millones de dólares. La mitad están formados por las reservas en poder del Banco Central y la otra por encajes de bancos que operan en el país y por distintos convenios de apoyo firmados con bancos del exterior. Pero para todo el mundo está claro que si la crisis se hace intensa los recursos prometidos no van a venir y que los que se encuentran en el país no podrán ser utilizados sino hasta cierto piso, que podría ser de 10.000 a 15.000 millones de dólares. Es decir que la mentada ‘fortaleza’ de la ‘convertibilidad’ es un mito. La solvencia argentina está condicionada a las posibilidades de renovación del crédito internacional, es decir que no existe.

Pero es este crédito el que no se encuentra en su mejor momento, como lo demuestra la suba de los intereses en los Estados Unidos. Los intereses de los bonos del Tesoro norteamericano (a 10 años) han pasado del 4,6% al 6% en muy pocos meses, e incluso acaba de fracasar una reciente licitación de esos títulos debido a que se reclamaban tasas aún más altas. Además de sacarse de encima los bonos norteamericanos, las empresas están también retirando sus acciones de la Bolsa de Nueva York, lo cual es otra señal de que no les interesa invertir el dinero que les sobra en deuda pública o en el exterior. También hay una corriente de retiro de dinero de los fondos de inversión. Es que los Estados Unidos tienen también su problema de cesación de pagos, como lo demuestra su déficit de cuentas con el exterior del orden de los 300.000 millones de dólares. Esto significa que el capital norteamericano ha aumentado su propia deuda externa por el mismo monto. El banco central norteamericano se verá obligado, entonces, a aumentar su tasa de interés de corto plazo, que es hoy de 4,25%, porque de lo contrario se armará una ‘bicicleta’con préstamos que serán tomados a esas tasas para comprar bonos del Tesoro que rinden ya un 25% más. Si se produce este aumento de la tasa de interés norteamericana se encarecerá todo el crédito internacional —con todo lo que significará para Brasil y la Argentina.

Brasil

No es sobre la Argentina sino sobre Brasil que más se ha ensañado la especulación en los últimos días. Los títulos públicos brasileños han caído casi un 15% y el desvalorizado real se devaluó todavía más. Es que la vulnerabilidad de la deuda externa brasileña es todavía mayor que la de la Argentina. Para pagar los intereses y las amortizaciones de capital del año en curso, Brasil necesita contraer fuertes préstamos extranjeros. La tendencia al alza de la tasa de interés norteamericana está provocando el retiro de capitales de Brasil y no favorece, por supuesto, la renovación de deuda. La bolsa brasileña, por eso, ha caído más que la argentina.

Lo que importa de todo esto es que si se reanuda la caída del real brasileño, la situación argentina, que ya lleva ocho meses de recesión industrial espectacular, se transformaría en terminal. Si, por el contrario, se intensifica la cesación de pagos en la Argentina y el dislocamiento comercial del Mercosur, aumentaría la especulación contra la deuda brasileña y contra el real. El proceso ya ha sido desencadenado y lo más probable es que siga su curso hasta agotarse en una crisis monetaria conjunta de las dos naciones. Los atrasos en los pagos de las importaciones argentinas de textiles desde Brasil ya equivale al 40% de las operaciones de seguro de crédito desde febrero, con un riesgo comercial de 300 millones de dólares (Gazeta Mercantil, 21/5).

Dolarización

No solamente el gobierno de Menem ha respondido que enfrentaría una corrida contra el peso con una completa dolarización monetaria sino que lo mismo recomienda la mayoría de deuda externalos economistas ‘neoliberales’ y hasta los aliancistas; Machinea dijo, por ejemplo, que una devaluación del 25% costaría 45.000 millones de dólares, es decir que la , medida en pesos, aumentaría por ese monto. Este cálculo es, sin embargo, completamente interesado, porque el impacto de una devaluación sobre la deuda externa de un país depende de una variedad de factores y no solamente del porcentaje de esa devaluación. Si la devaluación sirviera para mejorar el balance de pagos de un país y por lo tanto su solvencia, debería ayudar a reducir los intereses que se pagan por la deuda externa y, por lo tanto, su costo real. Claro que, en este caso, la solvencia se obtendría por medio de una fabulosa caída de los salarios y del consumo popular.

La dolarización, o sea el retiro de circulación de los pesos a un cambio de uno a uno con el dólar, crearía un desajuste mayor en el Mercosur, porque Brasil tiene una moneda subvaluada y flotante. La producción argentina se encarecería artificialmente y la brasileña se abarataría del mismo modo. El intercambio automotriz volaría por los aires; es muy probable, entonces, que los pulpos automotrices estén jugando un papel muy fuerte a favor de la devaluación del peso y para que no se dolarice. El comercio exterior saldría muy golpeado y, por lo tanto, crecerían las quiebras.

Entre la catástrofe de la devaluación y la catástrofe de la dolarización, oficialistas y opositores han elegido apretar más las clavijas, algo que está más cerca del escapismo que del realismo. Pretenden aumentar el IVA a un 28-30% mediante la introducción de un IVA provincial a cambio de derogar los impuestos internos y a los sellos. Nadie cree que esto pueda aumentar a corto plazo la recaudación fiscal y disminuir el déficit presupuestario; tampoco producirá una reactivación ya que encarece el consumo interno. Para lo único que sirve, a la larga, es para crear un incentivo adicional para que el capital extranjero confisque al capital nacional que quiebre, al asegurarle una menor carga de impuestos directos (además, a los exportadores se les devuelve el IVA). Lo mismo pasaría con la intención de eliminar por completo los aportes patronales. Pero en este caso se apunta, además, a liquidar la prestación básica universal a los jubilados. Es precisamente porque existe esta intención que Menem se vio obligado a echar a Erman González (un ‘jubilado de privilegio’ que, además, se oponía a eliminar PBU).

El dólar está verde

El gobierno norteamericano estaría dispuesto a apoyar procesos de dolarización, pero con la aclaración de que no actuaría en ningún caso como banco central de los bancos locales en dificultades (Business Week, 10/5). Esto significa simplemente que el sistema bancario local debería extranjerizarse al 100%, para que puedan ser respaldados por sus casas matrices, las que, a su vez, sí serían respaldadas por sus bancos centrales. En la Argentina, significaría básicamente poner fin al Nación y al Provincia. En resumen, la dolarización equivale a la defunción de la burguesía argentina. Una mayúscula crisis política. La dolarización tampoco sería sinónimo de estabilidad monetaria, porque, como lo demuestra el déficit de pagos norteamericano, el dólar deberá devaluarse a corto o mediano plazo y provocar, con ello, una guerra comercial con Europa. Es sintomático que se discuta la posibilidad de una dolarización en América Latina en general cuando ha fracasado hasta ahora una integración comercial con Estados Unidos, que lógicamente debería precederla. Sin embargo, el proteccionismo comercial norteamericano es uno de los más fuertes del mundo.

La crisis en desarrollo afecta directamente la solvencia capitalista, no es sólo un movimiento cíclico de la producción. Por este motivo la crisis política que se ha abierto con el hundimiento del menemismo va a tener un carácter más fundamental y va a barrer con el aparente ascendiente que aún conservan el PJ y la Alianza y que parece incrementarse en forma ilusoria y ficticia con la propia crisis, como si Duhalde o De la Rúa y la Meijide fueran los canales de su solución.