KOSOVO: NUEVA MASACRE EN LOS BALCANES
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/51656-
No había pasado siquiera una semana desde que el gobierno norteamericano había ‘aflojado’ el bloqueo contra Yugoslavia en premio a la ‘conducta’ de su gobierno en la ‘pacificación’ de Bosnia, cuando éste largó una nueva masacre, esta vez contra el pueblo de Kosovo. Los kosovotas son en un 90% de nacionalidad albanesa, motivo por el cual gozaron de un régimen de autonomía política dentro de la república de Serbia, bajo la ex Federación Yugoslava. Kosovo pretendía conseguir el status de república independiente dentro de la Federación. Pero la liquidación de su autonomía parcial por el actual gobierno de Milosevic, en 1989, no sólo significó un colosal reforzamiento de la discriminación política y de la explotación social de Kosovo, sino que fue el detonante del desmembramiento de la república yugoslava. La abolición de esta autonomía fue la señal de que Milosevic pretendía sustituir el régimen federativo por un sistema unitario, con el propósito de monopolizar el proceso de transformación capitalista del país, es decir, acaparar las privatizaciones que este proceso significaba. Milosevic ya había comenzado una política de fuerte redistribución de los ingresos nacionales en beneficio de su camarilla serbia, mediante el uso del presupuesto de la Federación y el saqueo de sus principales bancos.
La resistencia del pueblo de Kosovo contra la pérdida de su autonomía se produjo desde el primer momento, con huelgas masivas dentro de las minas de carbón y manifestaciones multitudinarias. Cuando más adelante se vieron privados de la posibilidad de recibir la enseñanza escolar en su idioma, los kosovotas albaneses montaron un sistema educativo paralelo y boicotearon el oficial. Se formó incluso un gobierno paralelo que, aunque reclama la independencia completa, se conforma con la recuperación por vía negociada de la autonomía dentro de Serbia —que junto con la república de Montenegro constituye lo que quedó de Yugoslavia. Hay que aclarar, sin embargo, que existe una fuerte tendencia separatista en los montenegrinos y que en las últimas elecciones en Montenegro se impuso una lista opositora a Milosevic. El fracaso evidente en el propósito de recuperar su autonomía ha provocado el surgimiento de un movimiento guerrillero en Kosovo y el crecimiento de la tendencia a la lucha armada.
La rebelión popular en Kosovo y la represión de Milosevic vuelven a poner al desnudo, sólo que de una forma mucho más agravada, la completa inviabilidad de la política imperialista de apoyo al desmembramiento de Yugoslavia. La primera manifestación de ese fracaso fue la guerra en Bosnia y la completa incapacidad de las llamadas potencias para asegurar su integridad, pues hoy Bosnia se encuentra dividida en otras tres republiquetas, tutelada por las tropas de la Otan y subsidiada económicamente con dinero extranjero. El estallido en Kosovo le plantea al imperialismo la pesadilla de tener que extender su intervención militar, pues esta nueva crisis no tiene solución ‘política’, debido a que todas las tendencias políticas serbias son partidarias del sometimiento de Kosovo. Los gobiernos imperialistas han dejado asimismo claro que no apoyan la independencia de Kosovo, ya que temen que esto pueda producir una tendencia a formar una república gran-albanesa con el concurso de los albaneses de la vecina Macedonia y de Albania, lo que sería resistido por griegos y búlgaros y daría lugar con seguridad a una intervención de Turquía.
Un escenario potencial como éste tendría la capacidad de alterar en forma más general el equilibrio de fuerzas a nivel mundial, ya que una mayor intervención norteamericana perjudicaría en especial a Alemania y Rusia, con fuertes intereses regionales, y desequilibraría aún más al cercano oriente y al golfo Pérsico, a partir de un mayor protagonismo turco. Son significativos para medir el potencial explosivo de este proceso, la oposición de Alemania a un ingreso inmediato de Turquía a la Unión Europea; la crisis política turca, donde el ejército acaba de proscribir al partido mayoritaria, debido a la característica islámica de éste, lo que podría producir un fenómeno como el de Argelia; y las tentativas golpistas del ex presidente Berisha, en Albania.
Lo que se desprende con toda nitidez del análisis de la crisis balcánica es que la política mundial del imperialismo se encuentra de conjunto en un callejón sin salida. Cuando ningún parche funciona como remedio y, peor, agrava la impasse, resulta claro que es el sistema internacional en su conjunto el que se encuentra en un callejón sin salida.
Pedir soluciones exclusivamente ‘nacionales’ en una región cruzada por toda clase de nacionalidades, etnias y religiones en el curso de la historia, es una receta para la catástrofe, que es lo que se está viviendo. Sólo la unidad política y revolucionaria de los explotados de todas las nacionalidades, en el marco de una federación socialista de los Balcanes, puede poner fin a la tragedia. Para esto es necesario una toma de conciencia de clase del proletariado de Europa.