SE “ENFRENTA UNA ESPIRAL MORTAL”
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/51508-
La crisis financiera internacional, focalizada desde hace más de un mes en Corea del sur y Japón, sufrió una nueva vuelta de tuerca en la última semana, cuando se puso en evidencia que los coreanos se declararían en cesación de pagos, al no poder pagar los 15.000 millones de dólares de deuda externa que vencían entre el 20 y 30 de diciembre.
Cesación de pagos
Corea pretendió salvar la situación negociando una moratoria, que fue rechazada por sus acreedores internacionales (El Cronista, 24/12). El rechazo se debió seguramente a la tremenda crisis que habría significado, en especial para los bancos japoneses con préstamos a Corea, alargar todavía más la lista de créditos incobrables que tienen en sus contabilidades. Tambien fracasó una tentativa del gobierno de Corea de colocar, por medio del Citibank, un bono en los mercados internacionales por 10.000 millones de dólares. En este caso se puso en evidencia que los capitales internacionales no están dispuestos a apostar un peso por Corea. Por otro lado, la suscripción de un préstamo al gobierno de Corea habría significado autorizarlo a rescatar con ese dinero a las empresas coreanas en quiebra, que es lo que precisamente no quieren sus competidores internacionales, que aspiran por el contrario a quedarse con la parte más lucrativa de esos negocios. Una inyección de dinero oficial en los deudores coreanos significaría una progresiva nacionalización económica, ya que las necesidades de rescate de estos pulpos equivalen al 172 por ciento de su capital accionario (Bloomberg News, 26/12).
‘Rescate’ de emergencia
La amenaza de Corea de no pagar y la determinación de sus acreedores de no refinanciar los vencimientos inmediatos de su deuda, colocaron a los gobiernos imperialistas ante la obligación de capitular ante el ultimátum y decidir poner dinero oficial para impedir un colapso financiero que se habría extendido por Japón, Estados Unidos y Europa. Como consecuencia de esto, el Banco Mundial entregó a Corea del sur 3.600 millones de dólares en menos de 24 horas, cuando el trámite normal de la operación es de tres meses. Lo mismo hicieron el FMI, Estados Unidos, Alemania y Japón, que reculando de su compromiso de no adelantar dinero a los coreanos, juntaron en un santiamén 10.000 millones de dólares, lo que fue calificado como un “giro agudo” por el International Herald Tribune (26/12). “No tenemos garantías”, dijo brutalmente el secretario del Tesoro norteamericano, Robert Rubin, “pero es nuestro enorme interés económico y de seguridad nacional que se restaure la estabilidad económica en Corea”. Según el corresponsal del brasileño O Estado de Sao Paulo (26/12), “Rubin dejó en claro también que las repercusiones de la crisis de Corea del sur en el imprevisible régimen de Corea del norte entraron en los cálculos de la administración Clinton”. Pero lo cierto de todo esto es que los acreedores internacionales fueron rescatados de la bancarrota que les habría provocado la inminente cesación de pagos de Corea del sur, con dinero de los contribuyentes. Es decir, que la deuda coreana fue parcialmente estatizada; la relación de deudor y acreedor entre capitalistas privados fue sustituida por los Estados respectivos. A pesar de esta contundente realidad de quiebra económica capitalista, hay quienes insisten sin embargo que todo el proceso económico actual se reduce a una ‘reestructuración del sistema’. Hace unos veinte días, la novedad de que la deuda de corto plazo de Corea del sur no era de 60.000 millones de dólares sino de 100.000 millones, provocó una conmoción financiera extraordinaria. Pero el martes pasado se vino a saber que la deuda externa privada total de Corea no es tampoco de 200.000 millones, sino de 300.000 millones de dólares (IHT, 24/12). También se supo que la deuda de Indonesia no es de 115.000 millones, sino de 200.000 millones de dólares (ídem). Ya se sabe desde hace un tiempo que los préstamos incobrables de la banca japonesa no son de 250.000, sino de 700.000 millones de dólares. A la luz de estas novedades, no puede sorprender que el Financial Times informe que “Indonesia podría entrar en cesación de pagos durante el primer trimestre (de 1998)” (23/12). Como se puede ver, las cuentas de los pulpos capitalistas son un verdadero agujero negro, y lo mismo ocurre, por lo tanto, con todas las llamadas estadísticas oficiales. El capitalismo mundial está sentado sobre un enorme mar de deudas incobrables y de capital ficticio, a los cuales solamente mantiene en pie la ignorancia y el sometimiento de los trabajadores.
‘Técnicamente insolvente’
Pero si el rescate parcial de las deudas coreanas ha permitido al sistema financiero pasar las fiestas, esto no significa en absoluto que haya restablecido la ‘estabilidad económica’. Tanto en Corea del sur como en Japón es imposible obtener créditos de los bancos, porque éstos están obligados a asignar todo lo que recaudan al pago de su deuda externa. Como resultado de este ‘credit crunch’, la industria coreana ha entrado en una progresiva parálisis; las fábricas carecen de materias primas y de capital de trabajo y se ven obligadas a cancelar sus propias deudas. “La producción automotriz, dice The New York Times (26/12), se encuentra en peligro de parar”. El caso japonés es descripto por el Financial Times (23/12) de la siguiente manera: “La caída del mercado de valores está socavando el valor de las acciones que se encuentran en poder de los bancos y de las compañías de seguro, lo cual disminuye el valor de su propio capital. Esto obliga a los bancos a vender acciones para recaudar fondos adicionales, lo que hace bajar todavía más al mercado de valores. Este colapso también fuerza a los bancos a reducir los préstamos, lo que provoca un gran incremento en las quiebras de las grandes corporaciones. ‘Hemos entrado en una espiral negativa peligrosa; es difícil saber lo que las autoridades pueden hacer’, dice un funcionario del Deutsche Morgan Grenfell”. “El monto de las deudas afectadas por las quiebras provocadas por el corte del crédito de los bancos, pasó de 62.500 millones, en enero pasado, a 550.000 millones de dólares, en noviembre último (ídem). “Se la llama la espiral mortal y Tokio la está mirando en la cara” (ídem). De acuerdo al Financial Times, las compañías japonesas de seguros de vida se encuentran técnicamente en quiebra y los clientes se están fugando en masa de ellas, luego del colapso de Nissan Life, en abril pasado. Pero además existe un fuerte entrelazamiento entre bancos y aseguradoras, porque éstas tienen créditos a cobrar de los primeros por 65.000 millones de dólares. La conclusión general del informe no tiene medias tintas: “La perspectiva de una espiral mortal, se presenta crecientemente alarmante”. Es precisamente esta perspectiva de bancarrotas lo que no tienen en cuenta los especialistas en ‘pronósticos’ del FMI, cuando estiman que la situación económica de Estados Unidos y Europa no se vería afectada por un impacto de la crisis asiática, circunscripta al comercio internacional. Lo más grave no es la reducción de la demanda de importaciones de Asia o la caída del precio de sus exportaciones. Por supuesto que estos dos fenómenos también trabajan firmemente a mediano plazo para provocar un derrumbe económico, como ya lo demuestra la caída de las acciones de los pulpos de la computación norteamericanos, ante la previsión de menores ventas y beneficios en Asia. Pero el mayor problema es, primero, la posibilidad de que continúe extendiéndose el colapso financiero internacional. Hasta ahora, este colapso ha provocado un fortalecimiento del dólar y una baja de las tasas de interés en Estados Unidos, debido a que los capitales se ‘fugan’ de Asia hacia los bonos norteamericanos. Pero si el gobierno norteamericano tiene que comenzar a desembolsar dólares como acaba de verse forzado a hacerlo con Corea del sur, ocurrirá lo que ocurrió en 1995 cuando ‘rescató’ a México: bajará el dólar y subirán los intereses. La otra variante es que las compañías de seguro japonesas, ‘técnicamente insolventes’, se vean obligadas a vender su tenencia de bonos del Tesoro norteamericano y repatriar dólares a Japón; el efecto sería igualmente la devaluación del dólar y la suba de intereses.
A la crisis política
El giro de 180º de Clinton con relación a Corea del sur, al pasar del boicot a cualquier ‘ayuda’, al ‘rescate’ parcial, pone en evidencia que la línea política general seguida por la burguesía norteamericana frente a la crisis asiática ha entrado, ella misma, en crisis. El FMI y el Banco Mundial ya no tienen plata para sostener a ningún otro país, cuando dentro de poco se verían obligados a hacerlo con Brasil o la India. La gran pirámide financiera, que se atribuía a un invento de los albaneses, deberá derrumbarse con consecuencias políticas similares a las de Albania.