EL SEGUNDO PERÍODO DE CLINTON SERÁ MENEMISTA
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/49769-
Las elecciones presidenciales de la semana pasada en Estados Unidos han demostrado que la burguesía ha logrado imponer, mediante la democracia, un dominio oligárquico casi absoluto. Se sabía, desde hace mucho, que los llamados cargos electivos, como diputados o senadores, se habían convertido virtualmente en vitalicios, como consecuencia de la bajísima tasa de renovación de los parlamentarios, que conseguían revalidar sus mandatos por un promedio de once años. También se sabía que un presupuesto electoral era algo inalcanzable, pero los 800 millones de dólares que gastaron Clinton y Dole, cada uno, en menos de cinco meses, ha batido todos los récords.
El pasado 4 de noviembre, la concurrencia electoral fue la más baja desde 1924 —apenas un 49%. Pero esto quiere decir poco, porque allí donde importa, en las zonas fuertemente industrializadas, fue menor; en California, por debajo del 40%. Lejos de interpretarlo como una manifestación de desconfianza de los electores y de perpetuación de una dique en el poder, hay quienes lo ven como una expresión de consentimiento con un sistema que funciona tan bien que no hace falta revalidarlo.
Pero “una baja concurrencia, explica el corresponsal del Cronista (6/11), normalmente refleja la ‘ausencia’ de las ‘minorías’ y los pobres… En 1992, sólo el 54% de los negros y el 29% de los hispánicos en condiciones de hacerlo efectivamente votó, comparados con el 64% de la población blanca”. Y aquí viene lo más interesante, si cabe. “Por niveles de ingreso, las diferencias son abismales: entre quienes viven en familias con ingresos anuales por sobre los 50.000 dólares, votó el 80%, comparado con el 32% de quienes viven en familias con ingresos menores a 7.000 dólares”. Esto significa que la ‘democracia americana’ ha logrado alcanzar a la que regía en Atenas, hace 2.500 años, sin necesidad de quitar los derechos políticos a nadie, como ocurría con los esclavos en la antigua Grecia. Los derechos políticos son ejercidos en forma minoritaria y los que se encuentran excluidos de ellos en la práctica, relativamente, son los más explotados.
La acentuación creciente de esta tendencia deberá provocar, a corto plazo, un giro en la posición política de las masas, que no encuentran remedios políticos a sus graves penurias económicas.
La victoria de Clinton estuvo acompañada de la de los republicanos para el Congreso, lo que constituye un formidable revés para la burocracia sindical de la AFL-CIO, que había invertido más de 35 millones de dólares para hacer campaña por los congresales demócratas. Su objetivo era eliminar la mayoría republicana en las cámaras, para acabar con la política de recortes sociales y cercenamientos a los derechos laborales y sindicales. Fracaso total. Luego de esa monumental inversión, los sindicatos se encuentran con que no consiguieron el ‘paraguas protector9 que, sin ningún fundamento, creían que se los otorgaría un congreso demócrata. El desastre sindical producirá una crisis inevitable en los sindicatos y un nuevo planteo de impulsar un partido de trabajadores organizados.
Ocurre que la tendencia objetiva y declarada del segundo gobierno de Clinton apunta claramente a liquidar conquistas sociales y a privatizar, al punto que se presume que un dirigente republicano destacado ingresaría al gobierno demócrata. Los recortes a la seguridad social, el Medic-Aid y el Medicare, serán brutales, con el argumento de eliminar el déficit del presupuesto y la supuesta insolvencia potencial del sistema. El consejo de asesores de Clinton se pronunció, incluso, por una privatización de la jubilación de los trabajadores del Estado.
En la política mundial, se anuncia el impulso a la ampliación de la Otan hacia el este de Europa, lo que significa más gastos militares y un agudizamiento de la rivalidad política con Europa occidental. La devaluación del dólar frente al yen, poco después de las elecciones, ya constituye un síntoma de renovación de la guerra comercial, aunque ello puede entrañar un retiro masivo de los billones de dólares que los bancos centrales europeos y de Japón tienen en bonos del Tesoro norteamericano. Las críticas al Mercosur, de parte del Banco Mundial, ya están anunciando una renovada ofensiva contra las economías latinoamericanas, en la línea del proyecto de las Américas, de Bush.
Una franca menemización, en Estados Unidos, entrañará fuertes ataques contra la clase obrera, pero, como sabemos también, una acentuación de la resistencia, de la organización y de la rebelión del gigantesco proletariado de los Estados Unidos.