NO CAMBIAN NADA, PERO REVELAN MUCHO

NO CAMBIAN NADA, PERO REVELAN MUCHO

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/48979-

Los dos hechos que se destacan de las elecciones del domingo pasado en la capital federal, son el derrumbe político-electoral del menemismo y el retroceso electoral del Frepaso, que fue superado por el radicalismo.  Las elecciones capitalinas no ofrecían ninguna respuesta o principio de salida a la extraordinaria crisis nacional, primero, porque los programas que se pusieron en disputa apenas varían el uno del otro con respecto a la partitura prescripta por los grandes capitales internacionales y, segundo, porque los ‘cuatro mosqueteros’ que pelearon los principales lugares se caracterizan por ser responsables más o menos directos de la impasse nacional y por encontrarse en la casi totalidad de los casos de espaldas a los grandes movimientos populares que buscan una salida por medio de la lucha.

Liderazgo de la oposición patronal

El triunfo de De la Rúa privó al Frepaso de la posibilidad de consagrarse como la dirección de la oposición oficialmente reconocida al menemismo. Se frustró la expectativa de que la votación por la lista de estatuyentes del Frepaso superara a la candidatura de De la Rúa. En lo que constituye de por lejos su principal distrito, el Frepaso fracasó en el propósito de convertirse en cabeza opositora y perdió por lo tanto su principal oportunidad para desatar un fuerte reagrupamiento de fuerzas en torno suyo, con figuras que provinieran tanto del justicialismo como del radicalismo. Es claro que si no encuentran una forma de modificar esta situación en un plazo más o menos breve, los frepasistas corren el riesgo de quedar desplazados de la disputa por la sucesión presidencial del 99 y, por lo tanto, de desaparecer del escenario político luego de un breve paso por él. Este fue todo el sentido de las elecciones de la capital y seguirá siendo el sentido principal de las maniobras que ya se están esbozando para el futuro próximo.

La responsabilidad que se achaca a la candidatura de La Porta por la derrota del Frepaso, es más una coartada que una explicación. La Porta fue ungido a ese lugar porque ni Alvarez ni Fernández Meijide se animaron a enfrentar a De la Rúa. Tampoco supieron hacer frente al sabotaje de la Iglesia a la candidatura de La Porta, un ‘socialista’ que el clero no quería ver con las manos puestas en el presupuesto de educación. En la semana previa a las elecciones, el clero dejó expuesto con claridad este planteo, que desde estas páginas habíamos denunciado con mucha anterioridad.

El diario La Nación y Mariano Grondona no dejaron pasar ni un par de horas para lanzar una campaña en favor de un rápido frente UCR-Frepaso. Cruzados de la democracia pura, abogan por la ‘alternancia’ como un remedio para los ‘vicios del sistema’ y más vulgarmente para el salvataje del ‘plan Cavallo’ y de las privatizaciones. El apresuramiento de estos ‘abogados’ obedece seguramente también al interés de que un frente prematuro impulsado por Fernández Meijide y De la Rúa les sirva a ambos en sus internas partidarias. Pero los resultados electorales del domingo no alcanzan para forzar la constitución de este frente opositor, porque, de un lado, no resolvieron quién debe quedarse con el grueso de la torta en ese frente y, del otro, puso al rojo vivo la ‘interna’ dentro del radicalismo.

Esta impasse explica que los opositores ya hayan dicho que no formarán un frente contra el menemismo ni aun dentro de la estatuyente.

De este modo, los resultados electorales de la Capital han postergado la definición de un frente opositor para otras instancias: los resultados que ofrezcan las previsibles elecciones para concejales de la capital y, principalmente, las parlamentarias del año que viene. Lo que, de todos modos, se puede concluir con seguridad, es que los problemas que crea la nueva situación acentuarán en el Frepaso, de un lado, su derechismo; del otro, la demagogia antimenemista. Son las dos condiciones que debería reunir una fuerza que quiera ganarse a los grandes capitalistas para suceder al menemismo.

Derrumbe

El menemismo sufrió el domingo, no una derrota, sino un derrumbe político-electoral. El partido que gobierna acaparando todas las posiciones y negociados dentro del aparato del Estado, como una suerte de camarilla institucional, sólo sacó el 17% de los votos para intendente y el 15% para estatuyentes, es decir, un resultado marginal, a pesar de que gastó en la aventura más de una decena de millones de pesos. Para los convencidos de que Béliz va a volver al PJ, habría que sumarle a éste los votos de Nueva Dirigencia, lo que daría una votación justicialista poco inferior a la ‘normal’ en la Capital. Pero un retorno de Béliz ‘al hogar’ exigirá primero una crisis política en la camarilla menemista, que podría acentuar la crisis política general del gobierno. Que los justicialistas se hubieran partido en dos es por sí mismo un síntoma de derrumbe político, al cual las elecciones sólo añadieron los votos. Los resultados también empañaron la candidatura de Duhalde, porque ‘su hombre’, Ruckauf, fue el que peor salió parado. La provincia de Buenos Aires, plataforma del duhaldismo hacia el resto del país, se ha convertido para Duhalde ahora en una trinchera sitiada por los opositores, aunque principalmente lo sea por la enorme crisis social.

Da la impresión que los resultados de las elecciones provocaron pánico en el menemismo, especialmente porque augurarían una derrota que podría ser más seria en las parlamentarias del ‘97. Pero aun después del domingo el menemismo es más fuerte que la oposición como factor de gobierno para los capitalistas. Los opositores no tienen ni programa, ni liderazgo, ni organización para gobernar. El pánico menemista obedece a otros motivos, aunque hayan sido las elecciones las que lo sacaron a relucir; recela en el derrumbe electoral una perspectiva de luchas populares implacables que no dejarán de lado al distrito más rico del país. Por eso las consultoras financieras están diciendo que el principal factor del ‘riesgo argentino’ es “el político”, y obviamente no se refieren a la ‘amenaza’ de De la Rúa. El derrumbe del menemismo el domingo pasado es un efecto electoral retardado del derrumbe del ‘plan Cavallo’.

El ‘pánico electoral’ ha dado nuevamente lugar a versiones de un despido de Cavallo, que podría tener lugar en el marco de un cambio de gabinete. Pero no son los resultados electorales los que pueden provocar esta salida, sino otros factores de la crisis económica; Cavallo continúa siendo el único ‘tesorero’ con que cuenta el menemismo. A los acreedores internacionales les cuesta mucho ver en una victoria de De la Rúa una amenaza para sus intereses —más bien lo ven como una reserva para otra etapa.

‘Co-habitación’

¡Pero la contundencia de los resultados electorales está muy lejos de quitarle al menemismo el control de la Capital!  Es precisamente esta característica podrida de todo el sistema la que explica el romance de la burguesía con la democracia.

Los negociados y las ‘jurisdicciones’ que se ha reservado el gobierno nacional en el distrito superan por lejos las atribuciones asignadas a las autoridades ‘autónomas’. La deuda que la ciudad digitada le deja a la ‘autónoma’ anula cualquier posibilidad de gobierno autónomo, y que se sepa, De la Rúa no piensa repudiar esa hipoteca de alrededor de cinco mil millones de dólares. Pero Menem, además, se ha guardado en la manga la determinación de la fecha para las elecciones de la futura legislatura capitalina, es decir que mientras tanto, seguirá en pie el Concejo Deliberante menemista. No existe ninguna voluntad de parte de los estatuyentes radicales-frepasistas de disolver el Concejo y convocar a elecciones legislativas, es decir, que procedan a defender la autonomía que tanto se jactaron de haber conseguido. Ironía o hipocresía, Menem se ha convertido en el paladín del ‘palacio de la corrupción’ que en numerosas oportunidades declaró querer cerrar.

Es decir que las elecciones democráticas parieron una criatura contrahecha radical-menemista-frepasista, o sea, una cohabitación nada erótica de a tres. La descomunal mediocridad política de los opositores —que conservan esa condición porque se les abre la bolsa de los capitalistas que financian sus campañas— frente al tamaño de la crisis nacional, queda puesta en evidencia en esta incapacidad para derribar de inmediato al Concejo menemista, a pesar de la montaña de votos acumulados.

La crisis que ya puede vislumbrarse en el plano político-institucional, se combinará, ni qué decirlo, con el rápido deterioro social en la Capital. Los porteños se encuentran menos lejos de Cutral Co que lo que indica el cuenta-kilómetros.