¿CONSEJO “DEL TRABAJO Y DEL EMPLEO” O DE LA ‘FLEXIBILIZACIÓN LABORAL’?
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/48689-
La creación del Consejo Nacional del Trabajo y del Empleo provocó mucho ruido en su momento e incluso un choque entre Menem y Cavallo. Muchos lo interpretaron como una ‘criatura corporativa’ para bloquear el ‘plan económico’ y la ‘desregulación laboral’. ¿No era esto suponer demasiada disposición opositora de parte de una burocracia que ha entregado sin pestañear conquistas fundamentales del movimiento obrero?
Ahora nos venimos a enterar, gracias a la ceremonia de inauguración del Consejo, que la burocracia cegetista pretende, no oponerse, sino darle una mano, a la ‘desregulación’ que reclaman las patronales, claro que en sus propios términos. De acuerdo a una información de La Nación (29/4), “Los sindicalistas admiten incluso una posible disminución del ingreso del trabajador, en lo referente a suplementos y horas extraordinarias…”. El diario incluso conjetura: “Las diferencias (entre los cegetistas y los empresarios) tal vez queden de lado cuando se debata la necesidad de profundizar los mecanismos de capacitación laboral y de combatir el trabajo en negro”. ¿Pero no es esto el convenio aplicado a nivel nacional?
En efecto, el convenio Fiat-Smata modifica en forma sustancial las horas extras cuando ‘desregula’ la jornada laboral para extenderla más allá de las ocho horas y cuando computa las horas extras recién cuando se haya superado un tope de horas de trabajo en el lapso de determinada cantidad de semanas. Es imposible saber lo que los burócratas tienen en la cabeza cuando aseguran que la transformación de las horas extras en parte de jornada legal provocará un aumento del empleo. En realidad, debe ocurrir lo contrario, pues ese cambio abarata la fuerza de trabajo del obrero que se encuentra ocupado.
La burocracia de la CGT pretendería igualmente con ese fin, la anualización de las horas de trabajo para permitir que las jornadas más largas se compensen en otro momento con un acortamiento. Esta ‘flexibilización’, que destruye el tiempo diario de reposo del trabajador, también incide en una disminución de la demanda de trabajadores adicionales, esto porque le permite valerse del personal que ya está ocupado para hacer frente a crecimientos imprevistos de la demanda. Esto ocurrirá también incluso si se acepta una disminución de 200 horas de trabajo anuales, con el agregado de que el cumplimiento de las horas de trabajo en una escala anual es imposible de controlar e imponer en la práctica —máxime cuando los bajos salarios presionan al trabajador a aceptar la prolongación de las horas de trabajo.
Las referencias a la ‘capacitación’ y al ‘trabajo en negro’ indican que la burocracia está dispuesta a ir muy lejos en la entrega de las conquistas de los trabajadores. En el convenio Fiat, la ‘capacitación’ significa el establecimiento de los ‘contratos de aprendizaje’, que permiten a las patronales establecer un tope de salarios de 400 pesos y recurrir a un subsidio estatal del 50% de esa suma en concepto de ‘fomento del empleo’. Los trabajadores enganchados bajo esta modalidad están muy lejos de ser ‘aprendices’, lo que significa que se les desconoce la capacitación laboral que poseen, es decir, su calificación.
Como el convenio Fiat reduce los salarios en más de un 40%, la mención del ‘trabajo en negro’ sólo puede querer decir que el ‘blanqueamiento’ no reconocerá la mayor parte de esas remuneraciones que no se registran contablemente. Los patrones no admitirían otra cosa, por otra parte, pues eso les significaría revelar un giro comercial superior y asumir, por lo tanto, una carga de impuestos y de seguros de trabajo mayor.
Cuando a pesar de toda esta convergencia de la burocracia de la CGT con los intereses de las patronales, los diarios hablan de “diferencias” entre unos y otros, ello se debe a que las corporaciones capitalistas dicen querer una ley de ‘desregulación laboral’ que autorice los contratos de trabajo individuales, lo cual equivale al desconocimiento de los sindicatos. La burocracia cegetista pretende mostrarles a los patrones que pueden obtener lo mismo con el concurso de ella y no a pesar de ella. Sin embargo, como lo demuestra precisamente el convenio Fiat-Smata, no existe ninguna evidencia de que las patronales tengan la intención de desconocer a la CGT, mientras se comporte como un perro faldero del menemo-cavallismo. El pulpo Fiat, no lo olvidemos, decidió ‘remunerar’ con 20.000 dólares mensuales los ‘servicios’ de la burocracia del Smata.
La referencia del temario a la “negociación colectiva articulada”, a propuesta de la propia CGT, delata la intención de establecer “convenios-marco” que luego puedan ser ‘ajustados’ a las ‘necesidades’ (anti-laborales) de cada empresa; mediante este procedimiento se cuela el sistema de contrato individual. Las patronales han introducido la modalidad del trabajo en ‘círculos’ o ‘módulos’ con el objetivo, precisamente, de imponer una diferenciación de salarios entre diferentes grupos de obreros, aun cuando ejecuten la misma labor. La finalidad es siempre reducir el salario, sea en forma relativa (comparado con la productividad o con el costo de vida) o absoluta (reducción directa).
Es decir que la burocracia ha distorsionado por completo la conquista del convenio de trabajo por industria, que fue impuesta por los sindicatos para suprimir la competencia entre los trabajadores, no como pretende ahora la CGT, para acentuarla. Varios sindicatos han reunido en los últimos días a sus respectivos congresos (plásticos, madereros), para obtener la autorización para negociar ‘convenios articulados’; en el sindicato gráfico, la burocracia no quiere reconocer a la lista Naranja su condición de minoría por temor, precisamente, a que los delegados que en esa condición les corresponderían en el congreso del gremio, puedan alertar contra esa intención de la dirección y combatirla.
Denunciamos los verdaderos propósitos del Consejo del Empleo y la política antiobrera de la burocracia de la CGT, con el objetivo de desarrollar la oposición de los trabajadores a los convenios que pretenden firmar próximamente las burocracias sindicales y para desarrollar también el reclamo de que los paritarios sean elegidos en asambleas y no designados a dedo; para que los convenios sean únicos por industria y no ‘articulados’; para que el salario básico sea igual al costo de la canasta familiar, de 1.100 pesos, y no de 100 pesos, como se les paga a los desocupados en los programas de empleo, hasta los 400 pesos brutos a los ‘aprendices’ en la industria automotriz.