DERROTAS QUE CIERRAN UNA ETAPA

DERROTAS QUE CIERRAN UNA ETAPA

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/48023-

La ley de emergencia que impuso el gobierno de Mestre nunca hubiera podido efectivizarse sin la colaboración de la burocracia de los sindicatos. Junto con el pago de los salarios en bonos que tienden a desvalorizarse, la ley estableció una reducción de los sueldos que debía obtenerse mediante la reducción de la jornada de trabajo. Lograr la reducción de los salarios es un objetivo estratégico de los capitalistas, repetidamente reclamado por sus principales voceros, y abre el camino sin duda para otros atropellos fundamentales, como la municipalización y privatización de escuelas, la privatización de hospitales, la liquidación del sistema jubilatorio estatal y la privatización de los dos bancos del estado.

El pago en bonos, que también los municipios están ejecutando con la emisión de  sus propios “certificados”, pudo imponerse solamente cuando la burocracia sindical abandonó incluso el simulacro de un plan de lucha. La Coordinadora de Gremios Estatales ha dejado de lado las reivindicaciones más elementales del movimiento sindical y lo mismo ha ocurrido con la burocracia de los sindicatos de la llamada actividad privada.

Luz y Fuerza y SiPOS

A partir de esta situación, la prueba de fuerza entre el gobierno cavallista de Mestre y el movimiento obrero se había radicado en el tema de la reducción de la jornada de trabajo, y la reducción correspondiente de los salarios, que tenía por principales protagonistas a los sindicatos de empleados públicos (SEP), de la empresa de energía (Luz y Fuerza) y de Obras Sanitarias (SiPOS). Los trabajadores de estos sindicatos habían enfrentado muy decididamente la aplicación de la ley, en especial los lucifuercistas y algunas reparticiones de la administración pública; en los servicios de mantenimiento de las redes de agua, el gobierno sólo se había atrevido a reducir la jornada al sector administrativo. Se había llegado a una virtual ocupación de las reparticiones por parte de los trabajadores, en la lucha por impedir la vigencia práctica de la ley. Un comentario de La Voz del Interior señalaba, acertadamente, en ese momento, que si los trabajadores lograban concretar sus propósitos se caía el conjunto de la ley de emergencia.

Esta posibilidad acaba de ser destruida por la burocracia sindical, que desde un inicio, claro, era partidaria de defender la “legalidad”. La burocracia de Luz y Fuerza se encuentra comprometida, en calidad de socia, en las privatizaciones parciales de la empresa de energía, impulsada por Angeloz, y la del SiPOS, dirigida por el mao-izquierdista Bazán, adhiere a un “plan de saneamiento operativo” concebido y piloteado por la contratista Roggio, interesada en quedarse con la empresa de agua.

El pasado viernes, la burocracia de LyF encontró la forma de doblegar la temible lucha de las bases, al firmar un acuerdo con la intervención mestrista que reduce en una hora la jornada laboral y anula un plus salarial que cobraban los trabajadores. Aunque los dirigentes reivindican haber impedido la reducción integral que pretendía el gobierno, esto es menos que un pretexto porque, de acuerdo a La Voz del Interior (13/9) “es prácticamente imposible aplicar la reducción horaria como en otros ámbitos”. La afirmación del diario desnuda el verdadero objetivo del gobierno, que es reducir la nómina salarial mediante despidos masivos, tarea que espera ver facilitada luego de una temporaria reducción de la jornada de trabajo. El retroceso impuesto por la burocracia sindical admite que el gobierno tendría dificultades financieras para pagar los salarios y que la reducción de estos es inevitable de una u otra manera. Sin embargo, por esos mismos días el gobierno nacional otorgaba 60 millones de dólares para rescatar al Banco del Suquía y, de un modo más general, daba al conjunto de los bancos que recibieron ese tipo de préstamos un plazo de varios años para cancelarlos. El Estado capitalista mide con varas distintas los reclamos y necesidades de los trabajadores, por un lado, y de las patronales, por el otro. Es por eso que, en lugar de recular ante la presión capitalista, es necesario plantear que éste y todas las patronales abran las cuentas de sus negocios para poder verificar en qué consisten realmente las dificultades financieras que se alegan para bajar los salarios. El rechazo a este planteamiento ya estaba anticipando la traición de la burocracia sindical.

En el caso del SiPOS, la burocracia logró derivar la oposición a la reducción de la jornada laboral a la presentación de un recurso de amparo en sede judicial, con lo que ha impuesto la aceptación práctica de la ley a los trabajadores. Bazán fue más sinuoso que sus colegas de LyF, es decir, más cínico, porque primero aceptó la reducción para los administrativos mientras se jactaba de haberla evitado para la “parte obrera”. Ahora no tiene de qué jactarse, ni tampoco le importa.

Nueva etapa

La inmunda capitulación de la burocracia sindical ha cerrado una etapa en la lucha del movimiento obrero de Córdoba, y esto aún más si se trata de una capitulación anunciada. Es la manifestación final de un proceso que incluye la completa pasividad de gremios como SMATA o la UOM con relación a los despidos masivos.

El gobierno ha ganado la iniciativa, a pesar de toda su crisis, para imponer el conjunto de su política. Dada la naturaleza de esta política y de las condiciones económicas de conjunto, asistiremos a una acentuación de la ofensiva contra los intereses populares y a un mucho mayor dislocamiento social. Los antagonismos habrán de agudizarse todavía más y lo mismo las necesidades de lucha de las masas. En la etapa que acaba de cerrarse, la energía de los activistas de Córdoba fue disipada por las ilusiones en la “resistencia” de la burocracia sindical a Angeloz y por la completa incomprensión del cambio político que significaba la volteada de Angeloz por Cavallo y compañía. Se cometió el mismo error que supuso que la volteada de Alfonsín por Bunge y Born-Menem, era una victoria popular.  Una vez más, la burguesía logra imponerse a las masas gracias a una visión despojada de ilusiones y de escrúpulos.

Es necesario que los activistas de Córdoba discutan la política a seguir para hacer frente, en esta nueva etapa, a la ofensiva Mestre-Cavallo, y para orientar la inevitable resistencia popular. Esto plantea las siguientes cuestiones:

  • Estratégica.

La resistencia sólo puede triunfar si tiene un carácter de conjunto, es decir que reclama una respuesta común a todos los sectores de las masas. Todo planteo de conjunto es, por su naturaleza, un planteo de poder, es decir, opone objetivos estratégicos. La necesidad de un planteo de conjunto nace de la propia crisis general actual y está en relación con la forma que la burguesía aborda la situación, que es también la de destacar y subrayar sus objetivos estratégicos —la llamada “transformación” tanto económica como social. La consigna de la burguesía es que la crisis la paguen los trabajadores; la de los trabajadores debe ser que la pague la burguesía nacional e internacional. En función de esto se impone naturalmente la consigna de que se “abran las cuentas del Estado y de los capitalistas”, para desnudar el carácter puramente explotador, y para nada favorable al interés general, de la política oficial.

  • De método de lucha.

El movimiento obrero de Córdoba deberá enfrentar ahora el seguro intento de municipalizar-privatizar escuelas y privatizar la empresa de energía, los bancos y la DiPOS; continuará, además, la política de vaciar-privatizar los hospitales, de despidos masivos y la liquidación de las Cajas. La consigna de No al vaciamiento-municipalización-privatización-despidos, sólo anuncia una perspectiva de lucha real si es acompañada por la PREPARACION de la ocupación de los edificios y de las empresas y del reclamo de huelga general.

  • Método político y organización.

Las tareas que se visualizan requieren de la organización independiente de los activistas y de su desarrollo. Para que haya organización tiene que haber programa, es decir, una comprensión común de las tareas a encarar, y para que haya desarrollo es necesaria una campaña política. Más que nunca es necesario recuperar los sindicatos en manos de la burocracia sindical. Por todo esto planteamos la necesidad de un congreso de trabajadores, como método propio para organizar al activismo, y como camino concreto para impulsar un congreso de bases de los sindicatos y del conjunto del movimiento obrero de Córdoba.