BUSSI: LA VICTORIA DE LA DEMOCRACIA

BUSSI: LA VICTORIA DE LA DEMOCRACIA

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/47772-

Los “demócratas” se rasgan las vestiduras, y con toda razón. Es que la victoria electoral de Bussi es un auténtico fruto del sistema democrático. Sin las sucesivas aministías otorgadas por los “demócratas” a los secuestradores, el triunfo de Bussi nunca habría tenido lugar. Tampoco lo habría tenido sin la persistencia y reforzamiento del monopolio económico capitalista, del cual Bussi es representante y beneficiario. El “régimen democrático” acentuó la monopolización económica en una medida incomparablemente mayor que la dictadura militar, la que por distintas circunstancias fue relativamente avara en materia de “privatizaciones”. Sin el apoyo persistente de un importante sector de la oligarquía azucarera, Domingo Bussi no habría llegado ni a la esquina, ni tampoco habría podido hacerlo sin el apoyo del aparato de seguridad. Los “demócratas” que parieron la victoria de Bussi, se ponen histéricos ahora para disimular su responsabilidad y para ocultar que la victoria del criminal impugna las pretensiones transformadoras del “régimen democrático” y desnuda su carácter restaurador.

Al “demócrata” no le importa que un funcionario de la dictadura sea el “zar” de la economía del país y confisque sin piedad el esfuerzo de los trabajadores, porque después de todo, con Cavallo, ellos han hecho también sus pequeñas y grandes fortunas. Pero fingen preocuparse por la victoria de Bussi (esta preocupación no durará más que un par de días), porque ella les viola el instrumento sagrado del engaño —el sufragio universal. El triunfo del candidato de Fuerza Republicana demuestra que el voto no es sinónimo de democracia allí donde no existen condiciones reales de libertad política y de deliberación popular. Bussi tiene, en función de todo esto, más títulos de “demócrata” que, digamos, un Menem, un Alfonsín o un “Cavallo” Alvarez, porque él puede decir que se ha “reconvertido” a la “democracia” y a sus reglamentos, en tanto que los otros han sido los agentes de la continuidad jurídica, económica y hasta cierto punto política de la dictadura, y por supuesto sus amnistiadores.

Pero Bussi resulta un espejo para todos los “demócratas” en otros sentidos también, porque no es cierto que hayan sido las capas más humildes del pueblo las que votaron preferentemente por el “ex” dictador. Bussi ganó en la capital, pero no en el interior; según las encuestas tuvo el voto aplastante de la llamada clase media. Fuerza Republicana ascendió en el firmamento tucumano con los votos que abandonaron, desde 1987, a la UCR, y ahora se acaba de quedar con una buena parte de los que votaron por Bordón el 14 de mayo. Es decir que Bussi se “nutrió” del electorado liberal defraudado por los “liberales”.

Sin comprender el enorme fraude político que significa la democracia burguesa y, en particular, quienes la representan, no se podrá entender jamás la victoria del mediocre general que fijó residencia en Tucumán. Los resultados demuestran, sin embargo, que la inmensa mayoría de los explotados tucumanos no tiene una comprensión de la situación y del régimen que los circunda y oprime, de otro modo no hubiera votado, además de Bussi, a los “Palitos”, Olijelas, Camperos y Bordones.

¿Ganó Cavallo?

Tucumán es, ciertamente, una provincia en bancarrota, y lo es en una mayor medida que Córdoba o incluso Río Negro. Llegó a esta circunstancia, no a pesar de Cavallo, sino luego de cuatro años de gobierno cavallista y de dos años previos de intervención federal semicavallista. Tucumán es otro reflejo más del hundimiento de una política.

Este fracaso no se refleja solamente en que la desocupación es del 16% y, con la sub-ocupación, del 35-6%, o en que el 30% de su población está por debajo de los límites de la pobreza. Tampoco en que la provincia tiene un déficit crónico de presupuesto de 150 millones de dólares o de que su producto bruto es igual al de 1980 (o, mejor, inferior, esto porque el producto bruto actual de la provincia y del país está inflado en un 30% debido a la sobrevaluación del peso). Las estructuras sanitarias de la provincia están al borde del colapso y el sistema de Subsidio Social no paga a los prestadores de salud desde el mes de enero pasado.

Ocurre que, además, la situación se ha puesto muy comprometida para la propia burguesía local, que asiste a la crisis de las producciones alternativas que habrían debido salvarla del “monocultivo” azucarero. Como consecuencia de la falta de crédito y de la crisis en el Mercosur, la soja y varios cultivos cítricos se encuentran en retroceso, agravando la situación provocada por el derrumbe del azúcar. De una producción de un millón de toneladas de azúcar y de un precio de 70 centavos el kilo, en 1991, se ha pasado a menos de 600.000 toneladas y a un precio de 35 centavos; se estima que la pérdida de ingresos de la industria, en los últimos cinco años, ha sido de 1.500 millones de dólares. El hecho de que conocidos oligarcas atribuyan esta situación a la “desregulación” del mercado azucarero, nos está revelando a quién representa Bussi en la crisis tucumana. Denunciando a la falta de acuerdo para “concentrar la oferta” como la causa de la caída de los precios, el semanario centroizquierdista,  El Periódico, se pregunta si “el gobernador (que fuera) electo” no debería tomar a su cargo esta tarea (2/7). Si Bussi, en efecto, es el mandatario de los intereses golpeados por la “desregulación”, está claro que deberá entrar en choque con Cavallo y hasta podría convertirse en un detonante de los reclamos de la fracción, en crecimiento, de la burguesía, que reclama un “abandono o modificación de la convertibilidad”.

En lo que tiene que ver con el proceso azucarero, Cavallo ha defendido a la industria que utiliza el azúcar y que exporta a Brasil (Arcor) a los bancos que pretenden reemplazar a las arcas oficiales en el financiamiento de la industria azucarera y a la oligarquía que ha aprovechado la sobreproducción de azúcar para comprar tierras a precios de remate y reducir drásticamente los salarios. El bussismo, en oposición relativa a este proceso, representa a la fracción oligárquica amenazada de quiebra y a fuertes cooperativas azucarero-cañeras. El conflicto de intereses, cada vez más agudo, refleja simplemente los poderosos límites de la política de “reconversión económica” de Menem-Cavallo, incapaz de ofrecer una alternativa de conjunto a la industria azucarera, una política que sólo podría funcionar con una fuerte disminución de población.

¿“Vacío de poder”?

A diferencia de lo que ocurre en Córdoba, el menemismo no está esperando que se produzcan movilizaciones masivas para preparar un adelanto de la entrega del gobierno al bussismo. Un “tucumanazo” no puede descartarse ante la falta de cobro de los maestros y, en general, de los empleados públicos; de las movilizaciones contra la entrega de la Dirección de Aguas (Dipos); de las manifestaciones de los jubilados contra la entrega de las Cajas y, por último, aunque no menos importante, de la falta de acuerdo en los convenios colectivos de la industria azucarera.

Bussi ha dado a entender que aceptaría el adelanto,  si viniera acompañado del dinero correspondiente. Se avizora una crisis política en la provincia, que simplemente ilustra la impasse del menemismo ante el derrumbe del “plan” Cavallo.

Este cuadro de situación alcanzaría para explicar el planteo de Bussi en favor de un gobierno de coalición, que obligaría a los “demócratas” a tragarse sus palabras y a “dormir con el enemigo”. Pero para “complicar” las cosas, se da el hecho de que Bussi no tiene mayoría en la Legislatura y que tampoco la tiene en su propio partido, al punto que tuvo que aceptar que una fracción rival se apoderara de la intendencia de San Miguel; y si algo faltara aún, tenemos la división del peronismo en unos 200 sub-lemas. El terreno está fértil para toda clase de maniobras de división del bussismo, por parte del gobierno nacional o en su contra.

Como se puede ver, Bussi está muy lejos de poder hacer un “gobierno de orden”, incluso si lo quisiera. Cuando fue interventor, en 1976-77, la deuda externa argentina no llegaba a los 20.000 millones de dólares, es decir que había mucho margen para hipotecarla. Ahora hay que pagar una hipoteca nacional de 120.000 millones de dólares. Las circunstancias son muy diferentes, y no sólo porque en su condición de interventor militar Bussi fue apoyado por el partido comunista.

Para guiarse en el laberinto tucumano, importan menos los votos que los hechos. Es la confrontación en torno a la presente crisis la que va a decidir el futuro político próximo. En Tucumán, tanto o más que en el resto del país, los activistas obreros y de la juventud están obligados a reunir un congreso de trabajadores (a reclamárselo a sus organizaciones) para establecer un programa de los explotados frente al derrumbe y un plan de lucha para imponer todas las reivindicaciones.