LA SUBA DE LA BOLSA AGRAVA LA CRISIS
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/47459-
Cuando hace dos semanas la Bolsa comenzó a subir mucha gente se convenció de que la crisis se había terminado y que el derrumbe del “plan” Cavallo no era tal. Con seguridad, los cierres de Renault y Sevel, de Wobron y Thompson Ranco, o los que tienen lugar en Tierra del Fuego y en La Matanza, ya deben haber disuadido a más de uno de aquella precipitada conclusión. La elevación de los aranceles de importación por parte de Brasil y la caída del consumo en este país, tambien habrán convencido a muchos que los capitalistas argentinos no van a encontrar una salida tan rápida por medio de la exportación.
Pero tampoco la suba de la Bolsa constituye un síntoma de que la crisis estuviera superada.
Un reciente artículo del diputado justicialista, Oscar Lamberto (Clarin, 2/4), permite enterarnos de que “el total de créditos en pesos al sector privado ascendía a 9.007 millones”. La inversión bancaria en la Bolsa representaba, al comienzo de la crisis, unos 6.000 millones de pesos, equivalente al 65% de los créditos en pesos.
Lo anterior nos está diciendo que el famoso plan de convertibilidad reconstruyó muy limitadamente el crédito. Las empresas que cotizan en la Bolsa no ampliaron sus capitales con la emisión de nuevas acciones, de modo que poco sirvió la suba bursátil para financiar a la industria. El crecimiento del producto bruto del que se jacta el gobierno es, en gran parte, una ficción monetaria que oculta la revalorización del 50% del peso frente al dólar. Si el peso se devaluara en esa proporción, tendriamos de un día para otro una idéntica cáida del producto bruto medido en dólares.
Este proceso parasitario explica por qué la crisis comenzó con una caída de la Bolsa, seguida de la insolvencia de la industria. Los bancos vieron reducidos sus capitales en un 30-40% como consecuencia de la desvalorización de los titulos que tenían en su poder.
Si la Bolsa comenzó a subir hace dos semanas, esto simplemente significa que la emisión de moneda que impulsó el gobierno no fue dirigida a recomponer el crédito sino la especulación, es decir, que agravó la cesación de pagos de la industria y del comercio. El gobierno emitió 4.000 millones de dólares mediante la reducción de las reservas de los bancos y los préstamos del Banco Central. Parte de este dinero sirvió para financiar la fuga de capitales; la otra parte para comprar acciones y títulos de la deuda pública, los cuales se encontraban baratos por la desvalorización que sufrieron desde fin de diciembre. La política del gobierno, que los diarios elogian por su capacidad para salir de la crisis, es el factor más importante de su acentuación.
Una prueba de lo que decimos lo da lo ocurrido con un título público, el BIC V, que subió un 23.4% en marzo. Según La Nación (2/4), esto ocurrió “debido a la presencia de una demanda muy interesada por parte de los bancos”. Es decir que los bancos supuestamente sin fondos, tuvieron plata para hacer subir ese bono. El atractivo de este bono es que se ajusta por la evolución de la tasa de interés, que en marzo llegó a niveles del 50-90%. Ahogando a la industria y al comercio con intereses usurarios, los bancos revalorizaron sus tenencias de títulos y realizaron beneficios extraordinarios. La contrapartida de la suba de la Bolsa fue, entonces, el hundimiento de la capacidad de pago de la industria y el comercio. El síntoma de que la crisis estaba superada resultó ser la evidencia de que se profundizaba aún más.
Como la situación financiera internacional sigue convulsiva y como los quebrantos industriales habrán de aumentar, una próxima caída de la Bolsa es inevitable, y con ello una nueva recaída del sistema bancario. Pero esta vez ya no existirán los recursos que proveyó el Banco Central, que no ha recuperado todavía los préstamos que dio a los bancos, lo que le ha traído como consecuencia que sus reservas hayan caído al 80% de la circulación monetaria, precisamente el límite marcado por la ley de convertibilidad. El movimiento financiero de la Bolsa está en contradicción con el de la industria.
Llegado a este punto es fácil prever la agudización de la lucha de intereses dentro de la burguesía y la inevitabilidad de que ella alimente la crisis política.