UN SALVAVIDAS “NACIONAL Y POPULAR” A LOS BANQUEROS

UN SALVAVIDAS “NACIONAL Y POPULAR” A LOS BANQUEROS

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/47405-

Ya tuvimos oportunidad de denunciar desde estas páginas que la política del stalino-maoísta Ptp consiste en impulsar un frente con los políticos carreristas de la burguesía nativa, sin importar que, como en el caso de Solanas, se trata de elementos devaluados que votaron la intervención menemista a Santiago del Estero y apoyaron a la reciente Constituyente reaccionaria, votando incluso cláusulas clericales y violatorias de los derechos de la mujer. Lejos de promover un frente “verdaderamente opositor”, la política del Ptp significa introducir a los agentes del orden capitalista en las filas de la izquierda y subordinar a las masas explotadas a la dirección de elementos patronales irrepresentativos.

De gallinas y terneros

Recientemente, el mandamás del Ptp, Otto Vargas, reclamó “un frente que exprese las reivindicaciones y aspiraciones de las masas en lucha”, pero se cuidó muy bien de no proponer que ese frente sea encabezado por los dirigentes de esas mismas masas en lucha (Hoy, 15/2/95). El stalinista pretende, así, que las reivindicaciones de las masas en lucha sean defendidas por dirigentes ajenos a ellas, es decir, por sus potenciales traidores. Naturalmente, bajo la dirección de semejantes carreristas, las masas no, podrían evolucionar en el desarrollo de sus “reivindicaciones y aspiraciones” y transformarlas en un programa de poder. Cualquiera que se tome el tiempo de leer los llamados del Partido Obrero acerca de un frente de izquierda, podrá observar nuestra insistencia machacona de que sea encabezado por loe propios luchadores obreros y populares, es decir, los representantes activos de todas las clases que combaten al régimen menemo-cavallista. Las características del planteo frentista del Ptp son francamente reaccionarias, en cuanto suponen el estrangulamiento de las “reivindicaciones y aspiraciones de las masas en lucha”, por medio de direcciones que responden a intereses ajenos o contrarios a esas masas en lucha.

Esta política de sometimiento conciente a personalidades u organizaciones extrañas a las masas no debería sorprender en un partido que tiene el notable antecedente de haber integrado el frente que llevó a Menem a la presidencia de la República.

Es decir que el Ptp se repite. Y se repite a pesar de la afirmación de Otto Vargas de que en la conformación de un frente, “el que puso la gallina no puede pedir la misma utilidad que el que puso el ternero” (ídem). Sin embargo, el mismo Ptp le cede las candidaturas presidenciales a los Solanas y Molinas, que no ponen ni una gallina, precisamente porque la promoción de éstos responde a una operación política conciente de estrangulamiento de las posibilidades de desarrollo independiente de “las masas en lucha”.

La otra cuestión importante que oportunamente denunciamos, era que el Ptp levantaba un programa carapintada, esto porque propugna el ejercicio de “presiones directas e indirectas” para recuperar las Malvinas, lo cual significa reclamar el rearme de las fuerzas armadas. Veremos si Solanas o Molinas retienen este planteamiento, y si, cuando lo rechacen, el Ptp se baja o no del frente con éstos. Como la probabilidad de que el Ptp siga con los Solanas es del 99,99%, incluso si tiene que eliminar su planteo militarista, lo que tendremos en definitiva será su sometimiento al planteo pacifista y proyanqui que hoy es mayoritario en la burguesía argentina. Porque lo que no va a ocurrir en ningún caso es que el Ptp diga que propugna la recuperación de Malvinas como parte de la revolución social y por medio de la unidad revolucionaria de los trabajadores de América Latina.

Salvando al capital

De cualquier manera, el Ptp ha abandonado su polémica con nosotros en relación al carácter del Frente y a su programa carapintada; ante el pacifista Solanas prefiere no menearla. En lo que insiste, sí, es en defender su llamado programa económico, en torno al cual gira su “respuesta a Altamira”, publicada en el periódico Hoy del 1° de febrero. Si este nuevo artículo merece un comentario es porque introduce la novedad de proponer una alternativa para rescatar a los grandes bancos, a los grandes industriales y a los grandes especuladores, que se encuentran golpeados por la cesación de pagos y la quiebra de la cadena comercial.

Como lo señaláramos en los artículos anteriores dedicados al Ptp y su programa, la propuesta de “congelar todas las deudas y activos en moneda extranjera, transformándolos en pesos”, no pasaba de ser una variante del negocio bancario y financiero en general, que consiste en prestar el dinero para cobrar un interés. Al congelar el capital de la deuda, por un lado, asegurando, por el otro, la continuidad del pago de los intereses a ese capital, el planteo del Ptp asegura el mantenimiento del valor de ese capital (algo que no logró nadie en la historia del capitalismo), a pesar de que se trata de un capital ficticio, es decir, no un capital productivo real, y asegura el propio negocio financiero, que consiste en el cobro de los intereses pactados. Incluso si el congelamiento abarcara también a los intereses, como parece insinuar el Ptp (pero no lo dice explícitamente), lo único que cambiaría es que la deuda comenzaría a crecer geométricamente con la acumulación de los intereses impagos al capital. A esto se reduce el planteamiento de un programa que pretendía ser “agrario y antiimperialista”, pero que no plantea la expropiación de los latifundios ni tampoco de los bancos.

Con la transformación de la deuda externa e interna de dólares a pesos, el Ptp sostenía haber encontrado la llave de la bóveda del desarrollo y el crecimiento, pues esa transformación, decía, liberaba a las reservas del Banco Central de cualquier compromiso y permitía usarlas para reactivar la economía. Sin embargo, en una economía que prohíba la circulación de moneda extranjera, la única forma de usar las reservas es importando mercaderías, lo que significa que el planteo del Ptp arruinaría a la producción nacional bajo el peso de un ingreso masivo de productos extranjeros. ¡Salvo que el Ptp pretenda convertir también a las reservas en pesos, facilitando así la fuga de capitales! Pero, por otro lado, el pago de los intereses de las deudas convertidas a pesos y la necesidad de crear un nuevo sistema de crédito que reemplace al “congelado”, obligaría a una incontrolable emisión de moneda. La liberación de las reservas para “reactivar” la economía no la inventó, claro, el Ptp, pues fue propuesta recientemente, en Brasil, por el ex ministro de la dictadura, Delfim Netto, y la defienden en Argentina los que reclaman una devaluación, con el objetivo de reducir el valor de los pesos en circulación que son respaldados por las reservas, y liberar así a una parte de éstas.

A estos extremos llega el planteo del Ptp, como consecuencia de su completa ignorancia del funcionamiento de la economía capitalista; de la pretensión de querer superar la crisis con manipulaciones monetarias en reemplazo de la revolución social; y, no menos importante, de pretender que los “pequeños productores” sean los sujetos sociales de una transformación histórica de la sociedad. El valor de esta polémica con el Ptp consiste, precisamente, en desnudar la completa bancarrota de loa defensores teóricos de los pequeños productores.

Y a los especuladores también

Ahora el Ptp vuelve a su planteo de “congelamiento en pesos”, pero para colocarlo en un nuevo contexto: el del “posible (??), dice, colapso monetario” (Hoy, 1/2/95). Un aspecto fundamental de este colapso consiste en que los deudores industriales se encuentran morosos con los bancos y en que éstos no pueden en esas condiciones reembolsar su dinero a los depositantes. La “solución” congeladora del Ptp significa autorizar a los industriales a no pagar lo que deben y a prohibir a los depositantes retirar su dinero —es decir que consiste en salvar a la gran industria… ¡y a los bancos! a costa de los depositantes. En el contexto del “colapso”, el planteo del Ptp se desnuda como un intento de salvataje de los “capitanes de la industria”. Pero, como ocurrió siempre que hubo un salvataje a la gran industria, el resultado deberá ser una descomunal inflación, toda vez que el “congelamiento” de las relaciones de crédito significa el hundimiento de la moneda en la que esas relaciones de crédito se basan.

En el nuevo contexto del “colapso”, los dirigentes del Ptp ven visiones, lo cual no deja de ser normal en el clima de delirio que la crisis capitalista provoca entre los “pequeños productores” y, más que nada, entre sus teóricos. Es así que nos aseguran que con su política lograrían, de la noche a la mañana, que Argentina se haga de reservas por valor de 40.000 millones de dólares — una suma a la que llegan sumando, a los 16.000 millones que calculan como reservas actuales, otros 23.000 millones de dólares depositados en los bancos. El “pequeño” problema es que los 16.000 ya son sólo 7.000 (precisamente porque el colapso ha dejado de ser meramente una “posibilidad”) y que los 23.000 sólo existen en los registros contables, pues en la realidad se han evaporado con la caída de los títulos públicos y privados, y la incobrabilidad de los créditos bancarios. Esta ilusión monetaria del Ptp nos está indicando que su “congelamiento” de activos y deudas significa que quieren hacerse cargo de títulos desvalorizados, pero que no tendrán más remedio que reconocer su valor de emisión o nominal, es decir, un 60% superior al de mercado Ha sido Cavallo, precisa mente, quien recientemente autorizó a los bancos y Fondos de Pensión a que “congelen” en los libros sus tenencias de títulos al valor de emisión Luego de proponer el rescate de los “capitanes de la industria”, el Ptp plantea también el rescate de los especuladores. Pero no lo hace de mala fe, sino de pura ignorancia.

La “Respuesta a Altamira” que recientemente publicó el Ptp, se pregunta en su título: “¿Quién es el criminal?” La respuesta es obvia.