SE AGRAVÓ LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL

SE AGRAVÓ LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/47359-

Cuando ya ha pasado cerca de un mes del anuncio del “rescate” para México, por parte del presidente Clinton, la euforia con que el plan fue recibido por los banqueros y por sus alcahuetes de la gran prensa se ha revelado completamente infundada. Al cierre de esta edición, el peso mexicano volvía a caer en pica­da, sin que pudieran impedirlo ni los 20.000 millones ofrecidos “valientemente” por Clin­ton, ni los 18.000 millones que los yanquis le “secuestraron” (expresión textual de The Wall Street Journal) al FMI, ni los 10.000 mi­llones reunidos por el Banco de Basilea, ni los millones que aseguraron, pero que están muy lejos de poner efectivamente, los bancos comerciales e inversores acreedores de los mexicanos. Este fracaso del “sistema financiero internacional” constituye, por sí solo, una manifestación del carácter mundial de la crisis mexicana. Si se tiene en cuenta que esto ocurre luego del fracaso de un paquete anterior que el Congreso norteamericano udemoraba91 en votar, el derrumbe económico y político liga­do a la crisis mexicana no podría ser mayor. Un proseguimiento de la devaluación del peso sig­nificaría el definitivo descarte del plan Clinton y el inicio de una estampida inflacionaria en México. Es esto, precisamente, lo que desean los banqueros mexicanos, según lo plantea un analista de la banca Morgan Stanley, el cual asegura que “el mejor escenario para los bancos mexicanos es que la inflación y la devaluación escapen de control para po­der de este modo ganar plata con las tasas de interés por préstamos de 24 horas” (lo que ocurriría si “sobrepasan, dice, el 50%”) (The Financial Times, 11/1).

Los bancos mexicanos tienen préstamos en mora por un valor aproximado en pesos de millones de dólares, cuya cancelación podría ser facilitada por medio de una devalua­ción. Ese mismo diario inglés, más reciente­mente (11/2) y en un editorial, plantea que hay que resignarse “a las pérdidas”, porque ellas “son un componente natural de las inver­siones”, calculando, claro, que esas pérdidas deberán afectar principalmente a varios millo­nes de pequeños ahorristas de los Fondos de Pensión norteamericanos y a los bancos de Estados Unidos, pero no a los europeos. Todo lo cual lleva a la conclusión formulada por el economista financiero y ex primer ministro de Francia, Raymond Barre, quien “sugiere que quizá tengamos que pasar todavía por un derrumbe global ´en orden a definir´ las nuevas reglas del juego” (The Washington Post, 8/2).

Las limitaciones del paquete

La propuesta inicial del gobierno norteame­ricano para enfrentar la devaluación mexica­na» consistid en un ofrecimiento de 40.000 mi­llones de dólares cuya finalidad exclusiva era garantizar una refinanciación de la deuda mexicana a corto plazo. En su calidad de ga­rantía, este dinero no necesitaba ser desembol­sado: “su mera existencia deberá darles seguridades a los mercados” – dijeron los funcionarios norteamericanos” (The Financial Times, 14/1). Al negarle apoyo a este primer plan, los legisladores fueron más perspicaces que Clinton, pues hasta el día de hoy no se ha logrado armar ningún paquete de refinancia­ción de la deuda.

El segundo paquete, bajo la directa respon­sabilidad de Clinton, no entrañaba garantías sino dinero en efectivo para estabilizar el peso mexicano —lo cual hizo caer de entrada la cotización del dólar en todo el mundo; esto es, “contado efectivo”, se alegró el vicepresi­dente del Banco Central de México (The Finan­cial Times, 1/2). Para dorar la píldora de este “sacrificio” financiero, Clinton impuso el otorgamiento adicional de un aporte extraordi­nario del FMI y de las Tesorerías de los princi­pales países europeos. Todo este nuevo paque­te sumaba unos 55.000 millones de dólares, si se incluyen también en él las contribuciones de los bancos comerciales y de la banca de inver­sión. Pero esta propuesta aún no ha despegado, debido a la oposición de los banqueros euro­peos, los que exigen que su dinero sea desem­bolsado sólo cuando se hayan agotado los fon­dos que deben aportar el gobierno de Estados Unidos y luego del FMI. The Financial Times acaba de publicar un editorial, que ya hemos comentado, en el cual reclama que los norte­americanos carguen con las pérdidas de sus inversiones.

El problema fundamental en que la deuda externa de México asciende a 170.000 millones de dólares —un 100$ más sita que en oportu­nidad de la gran crisis de 1982; de este total, unos 65.000 millones de dólares vencen en el curso del año ´95, mientras las reservas del país son virtualmente nulas. Los intentos de la banca de inversión y de los bancos comerciales norteamericanos de refinanciar unos 5.000 millones de dólares de vencimiento inmediato de esta deuda han fracasado, debido a los altos intereses y comisiones que pretenden cobrar por esa reestructuración, así como por las ga­rantías que solicitan, las cuales dejarían en un estado inferior de respaldo al gigantesco mon­to restante de la deuda. Este fracaso ha preci­pitado el nuevo hundimiento del peso. Como se ve, las contradicciones insalvables del capitalismo, de las cuales hacen abstracción los eco­nomistas burgueses, constituyen un aspecto esencial de toda la crisis.

¡Es que la banca quiere recuperar integralmente las pérdidas sufridas como consecuen­cia de la crisis! El Citicorp perdió en el primer mes después de la crisis unos 500 millones de dólares y la banca Morgan mil millones, con una previsión de daño mayor que “le provoca­ría al Citicorp y a otros grandes bancos norteamericanos una crisis cambiaria más amplia y una disminución del creci­miento económico en América Latina” (The Financial Times t 13/11. La banca de in­versión Goldman Sachs, a la que perteneció el secretario del Tesoro da loa Estados Unidos, ha sido más golpeada a fin, ya que sus inversiones financieras en México triplican a las de los banqueros comerciales (The Wall Street Journal, 31/1)

El gobierno mexicano tampoco puede aceptar el compromiso de pagar elevados intereses por la reestructuración de la deuda, porque ello elevaría el costo de la refinanciación de la elevada deuda externa privada, las corporaciones mexicanas ya están pagando 600 puntos básicos por encima de la tasa internacional para refinanciar su deuda. El sistema bancario mexicano se encuentra en un virtual colapso como lo demuestra la caída del 80% de la cotización de sus acciones, en contraste con la caída del 50% que sufrió el conjunto de la Bolsa i de ese país.

Crisis mundial

Mientras Domingo Cavallo se empeña en “diferenciar” a la Argentina de México, esto con la única intención de darles tiempo a los banqueros a retirar sus beneficios del país, el presidente del FMI acaba de mencionar a “diez países” que enfrentan crisis inminen­tes, entre los cuales está también la Argentina Asimismo, un estratega de la banca de inver­sión japonesa, Nomura, “ve al mercado mexicano, con las palabras de una can­ción infantil, como la primera de “las diez botellas verdes que caen accidentalmente” (The Financial Times, 12/1).

Es que la crisis mexicana es la punta del témpano de una crisis mundial. El semanario The Economist no vacila en asegurar que “va­rios bancos regionales se encuentran al borde del colapso” (14/1). “El dólar cana­diense es víctima de la crisis mexicana”, sostiene Le Monde (14/1), en tanto que “los círculos financieros neoyorquinos se pre­guntan, informa The Wall Street Journal (12/1), si Canadá no está ya en bancarrota”. La venta de dólares norteamericanos a México por parte de la Reserva Federal de Estados Uni­dos, para sostener al peso, provocó una fuga de capitales hacia el marco, desatando las fuertes crisis cambiarías de Italia, Suecia y Espa­ña. Se ha detectado también un comienzo de masivos retiros de fondos de los Fondos de Pensión o Inversión de Estados Unidos, lo cual hace hablar a The Economist de su “fundición o disolución” (24/12/94).

La presente crisis es una derivación directa del gran “derrumbe capitalista” de las principales Bolsas del mundo, en 1987, que fue superado mediante una gran inyección de dólares por parte de Estados Unidos. Esta inflación de moneda desato una nueva ola de endeudamiento y especulación internacionales, que está llegando estrepitosamente a su fin. Ha sido esta ola de nuevas deudas la que ha financiado el comercio internacional y permitido una fuerte recuperación de las exportaciones Norteamérica; de modo que la crisis financiera lleva a la comercial e industrial. La crisis comercial ha conocido un inicio hace más de una semana con el derrumbe de los precios en los mercados de materias primas, los que se encuentran controlados por los bancos en un 70% (The Financial Times, 8/2). El endeudamiento de México fue lo que permitió, por ejemplo, que el saldo comercial de Estados Unidos con su vecino pasara de un déficit de 1.700 millones de dólares en 1989 a un superávit de 24.000 millones de dólares (Internacional Herald Tribuna 9/2). Fue para contener gradualmente este proceso especulativo que la Reserva Federal norteamericana fue aumentando progresivamente las tasas de intereses de los préstamos, con lo cual solo consiguió precipitar la crisis

Cavallo no se puede excusar ahora con la tensión de que se ve afectado por una crisis ajena, ya que el plan de convertibilidad es un hijo directo y legítimo de esa especulación in­ternacional. Es por esto que Argentina está anotada como la próxima víctima, aunque cre­ce el número de países que le quiere disputar ese dudoso honor.

El alcance de la crisis lo mide el simple hecho de que los bonos Brady, que correspon­den a la deuda refinanciada del pasado, se cotizan en picada, a pesar de que cuentan con una garantía constituida por dinero efectivo depositado en la Tesorería norteamericana. ¡Se piden garantías cuando caen las deudas garantizadas!

Pocos han reparado en que la crisis ha liquidado las esperanzas en la economía “globalizada”, la cual en concreto quiere decir en la posibilidad de un “orden” o gobierno eco­nómico mundial. El dislocamiento monetario internacional se ha acentuado, como lo de­muestran las continuas crisis cambiarías y la novedad histórica de la especulación con la cotización de las monedas, la cual absorbe un tercio de los recursos financieros internacio­nales. El primer ministro de Italia, Lamberto Dini, acaba de proponer que el FMI se trans­forme en una asistencia pública internacio­nal, para lo cual debería salir él al mercado a tomar en préstamo los capitales que hoy se destinan a la especulación en los diferentes países. Se pretende montar una nueva especu­lación encima de la que ha entrado en banca­rrota. Pero lo que hace indudablemente inviable a este plan es que supone un gobierno mundial del capital, a través del FMI, precisa­mente una utopía que se encuentra en comple­ta liquidación.

La catástrofe que anuncia la presente crisis no tiene parangón con el pasado. No es casual que en vísperas del segundo paquete Clinton, cuando las reservas mexicanas habían caído a mil millones (¡¡ un año antes eran de 27.000 millones!!), desde varios lugares del mundo se anunciara la inminencia de “una crisis del ´30”.