EL PROGRAMA ECONÓMICO DEL “CAVALLO” ALVAREZ
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/46970-
En la semana que acaba de transcurrir, el “Cavallo” Alvarez dio a conocer su programa económico, cumpliendo incluso con todas las ceremonias propias de estos eventos, como entregarle a Ambito Financiero la “primicia” con veinticuatro horas de anticipación.
El susodicho programa no pasa de ser el plagio a cualquier “paper” que ande circulando por una oficina del FMI, del Banco Mundial, del Citi o de la Fundación Mediterránea. Cuando se lo lee, uno se imagina la cara del burócrata de la Coordinadora de Jubilados que siempre le dio la preferencia de la tribuna al “Cavallo”; o la de De Gennaro, cuya sociedad con Piccinini y Mary Sánchez en el CTA fue el trampolín del Frente Grande; o la de tantos otros, como Solanas o Echegaray, que defendieron la actuación constitucional del FG y la intervención a Santiago del Estero. Al lector del programa se le vienen estas caruchas a la memoria, porque en el largo mamotreto económico del “Cavallo” Alvarez no hay ni la sombra de una referencia a la jubilación mínima de 450 pesos; a la necesidad de poner fin al desempleo masivo; al aumento de los salarios; o a la recuperación de la soberanía nacional en materia de recursos estratégicos (cuando se está a punto de malvender la energía atómica); o simplemente a un principio democrático elemental como lo es el control democrático del Banco Central, cuyas autoridades gozan de una inamovilidad que las coloca por encima del propio Congreso. El “Cavallo” Alvarez no se refiere ni a la monstruosidad del peaje, ejemplo, si lo hay, de corrupción. La abdicación de principios anteriores del “Cavallo”, que revela su “paper”, lo convierte automáticamente en un candidato, no a presidente o vice, sino a ñoqui, es decir dispuesto a chapar la manija sin que importe el precio. Digamos, sólo de pasada, que todo esto confirma la caracterización que tuvimos del hombre como un mero carrerista político, algo que, como se puede constatar, gana muchas adhesiones.
Anda a laburar
El programa del “Cavallo” arranca con una confesión fundamental: hay que “reorientar” el plan económico frente a “los cambios de los escenarios internacionales”. Aunque agregue como motivo “la necesidad de diseñar un modelo de crecimiento y desarrollo sostenido”, esto es puro verso, porque el que lo encuentre se podría consagrar, no presidente de Argentina sino monarca universal.
En síntesis, el plan del “Cavallo” pretende reparar el “plan” Cavallo frente a sinsabores tan graves como un descomunal déficit comercial; el agravamiento del déficit fiscal; la elevada morosidad de las carteras de crédito; la imposibilidad de hacer frente a la deuda externa sin contraer nuevos préstamos en condiciones financieras internacionales cada vez más dificiles; la bancarrota agraria; el hundimiento económico del interior del país. La contradicción mortal del planteo del “Cavallo” es que reivindica un plan que tiene sus días contados y que ha manifestado durante su vigencia limitaciones fundamentales para superar el completo hipotecamiento económico del país, que se fue montando desde los años ’50.
No debe sorprender, entonces, que el nuevo programa equino propugne elevar aun más los subsidios a los capitanes de la industria y a la patria exportadora, y lanzar un ataque aun más resuelto contra los derechos sociales y laborales de los trabajadores. “Recuperar la inversión” o “expandir el flujo de exportaciones”, significa precisamente eso, luego que el “plan” Cavallo concentró en muy pocas manos, tanto a la producción y los servicios como a las exportaciones. El “Cavallo” Alvarez no denuncia que su tocayo de servicio está entregando 250 millones de dólares al mes a las exportaciones industriales, incluyendo las preferidas por el “Cavallo”, las agro-industriales, lo que equivale a 3000 millones de dólares al año, es decir al ciento por ciento de esas exportaciones, ya que el resto lo componen los alimentos, las materias primas y los combustibles. Elvio Baldinelli, patriarca del “lobby” exportador, califica de “generosos” a “los apoyos fiscales a las exportaciones” (La Nación, 6/9); ¿qué más pretende ofrecer el “Cavallo”? En realidad, todo el flujo comercial externo, y en especial el del Mercosur, es un ida y vuelta de subsidios, y es la carnada de los subsidios lo que explica las inversiones y fusiones que ahora el “Cavallo” dice querer “recuperar” aún más. A la la luz de estos datos, la conclusión que se impone es que si es verdad que el “Cavallo” es un político realista, entonces está comprado, y si no es éste el caso, estamos ante un monumental ignorante. El “Cavallo” ya debería despedir a sus asesores por no haberle informado que la publicitada caída de la recaudación tributaria en los últimos dos meses no es tal, sino el resultado de sustraerle a ella los subsidios a la exportación.
La glorificación de la estafa cavallana por parte del “Cavallo” Alvarez, no conoce límites, cuando escribe en el “paper” que no se puede “ignorar los fenómenos… de adaptación… a los patrones tecnológico-productivos imperantes en las economías desarrolladas”. Pero, lamentablemente, no existe tal “adaptación” ni podría haberla, porque si algo cuidan los monopolios de los países desarrollados son sus “patrones-tecnológico-productivos”, como lo demuestra precisamente la intención de imponer una ley de propiedad intelectual y de patentes, ¡que veda y que veta la posibilidad de semejante adaptación por un lapso de 25 años! La “globalización” a la que se refiere el “paper” consiste en la servidumbre financiera a que están sometidas las naciones capitalistas de menor desarrollo, la que permite precisamente a los monopolios internacionales confiscar en su beneficio el capital necesario para aprovechar los nuevos “patrones tecnológico-productivos” y asegurarse la realización en el mercado de la plusvalía que extraen por medio de ellos.
Menemismo
Sin la menor pizca de rubor, el “Cavallo” Alvarez y sus asesores copian al pie de la letra un reciente planteo de Menem referido a la financiación inmobiliaria y de las pequeñas y medianas empresas: emitir títulos en los mercados internos e internacional para financiar a las Pymes, contra la garantía de sus activos y de sus créditos. Esto siginficaría convertir a las Bolsas de Nueva York, Londres y Frankfurt en las dueñas del 80 por ciento de la industria nacional que aún se encuentra fuera de la órbita patrimonial de los grandes bancos. Se reforzaría tambien el vasallaje de la llamada “tercerización”, porque las pequeñas empresas quedarían aun más subordinadas a los pulpos a los que sirven como proveedores. El “Cavallo” Alvarez propone llevar la deuda externa por las nubes, o mejor, ofrecer el patrimonio aun no enajenado a la banca internacional y a los grandes capitanes criollos, como una garantía adicional para el pago de la deuda externa que comienza a vencer a fines de este año. Esta propuesta de “securitización” (convertir activos y créditos exigibles en títulos financieros) no es lo único que une al “Cavallo” con Roberto Alemann, al cual se le despertó un súbito interés por las Pymes cuando éstas se convirtieron en meros apéndices de la gran industria; otro planteo que los emparenta es expandir el crédito por medio de una reducción de encajes de los bancos, lo cual elevaría naturalmente los beneficios de éstos y les atenuaría los perjuicios que les están causando las caídas de títulos públicos y las moras de sus clientes. De ningun modo podría hacer bajar las tasas de interés que se cobran por lo créditos, en un momento en que suben a nivel internacional, cuando su nivel está determinado por la solvencia del tomador y la velocidad de circulación de sus fondos.
Claro que el “Cavallo” tiene un “penchant” (inclinación) por lo “social” y, al menos su socio Bordón, no esconde que pretende ser más “justicialista” que Menem. La vulgaridad del nuevo profeta en relación a este asunto no tiene desperdicio, ya que supone que los capitalistas, el gobierno o Cavallo adolecen de despreocupación por las políticas que tienen que ver directamente con la explotación de las masas. Para la pequeña burguesía centroizquierdista, en general, los llamados “neo-liberales” tienen una orientación que excluye a las mayorías, algo que si fuera verdad sería una tamaña estupidez, porque significaría dejarla fuera de la explotación y del consumo y dejar a los capitalistas fuera de la posibilidad de obtener beneficios. En momentos en que el capital internacional se encuentra anexando a un tercio del planeta, “ex socialista”, o que incluso “globaliza” (como lo dice el documento del “Cavallo”) a todos los países afectados por la deuda externa; decir en tales circunstancias que el capitalismo “excluye” es simplemente escamotear su función explotadora y, lo que es peor, ignorar que la “exclusión”, es decir la quiebra, la desocupación y la miseria social, es necesaria para volver a “incluir” a los desposeídos en el circuito de la producción en condiciones laborales y sociales peores, susceptibles de permitir una mayor tasa de explotación.
Las “políticas sociales” que aboga el “Cavallo” para la salud, la educación, la formación laboral o el empleo, no es otra cosa que profundizar las políticas de “privatización” en marcha en estos terrenos. El “Cavallo” Alvarez no critica en ninguna parte de su documento el estadio de privatización que ya se ha alcanzado en estos aspectos; ha defendido, incluso, desde su época de cafierista la municipalización de la salud y de la educación, etapas previas de la privatización. Acaba de reivindicar, recientemente, el modelo chileno, donde ocurre precisamente esto. Defiende la jubilación privada, lo cual condiciona todo el financiamiento del Estado, sabiendo además que las AFJP serán el marco de la próxima ley de privatización de la salud.
El trajinado “paper” asegura que va a aumentar el presupuesto en estos rubros, como si ello fuera la última palabra en materia de ejemplo de preocupación “social”, como si el menemismo no destinara los fondos públicos, en la actualidad, a financiar la contratación de personal temporario o pasantías, mediante exenciones impositivas. En la Universidad, el Frente Grande apoya los contratos de investigación con empresas privadas, los cuales son subsidiados por el Estado Nacional. La “política social” significa hoy la política de privatizar la salud y la educación y reforzar el trabajo precario. El “paper” no habla en ningun lugar de políticas estatales; no solo esto, con relación a la llamada formación laboral dice que el Estado “tomará el liderazgo”, es decir que atrás de la plata del presupuesto vendrá el capital privado a encargarse del asunto y a “formar” la mano de obra domesticada y barata que necesita. El “paper” es muy concreto: hay que “reducir los costos laborales”, dice.
Devaluación
Toda la cháchara de la defensa de la estabilidad, no le impide al “paper” abogar abiertamente por una devaluación y por la liquidación de la ley de convertibilidad. Dice que el 1x1 no es una “restricción eterna”, denunciando con dos palabras la impostura de todo el programa económico, ya que si éste va a aumentar la productividad, conseguir el desarrollo sostenido, reducir los costos laborales y adoptar políticas sociales; si todo esto fuera a ocurrir, la perspectiva del peso sería, no la devaluación sino la revaluación. La primera es una confesión indiscutible de fracaso; el “Cavallo” Alvarez lo anuncia incluso antes de haber comenzado.
Pero hay más, toda vez que el “paper” propugna una orientación que hará inevitable la devaluación, como la ya señalada ampliación del crédito mediante la reducción de los encajes bancarios, o la insinuación que se hace de que se reemplazaría una parte de las reservas en dólares por títulos públicos, como lo prevé la carta orgánica del Banco Central, recientemente votada. Esta inflación inducida fue propuesta ya por Eduardo Conessa, un asesor de Rico, y Claudio Lozano, asesor de De Gennaro. Es la conclusión inevitable de la política de mayores subsidios a la exportación y del reconocimiento de que el déficit comercial es cada vez más incompatible con el cumplimiento del pago de la deuda pública y privada, externa e interna.
Medio pelo
Tanto el “plan” Cavallo como el “paper” del “Cavallo” Alvarez son una creación de economistas de “medio pelo”, es decir de gente intelectualmente enajenada (perdón por la contradicción) a la banca extranjera y al cipayismo interno. En todo el documento, por ejemplo, se habla de asegurar un equilibrio fiscal o una estabilidad que simplemente no existen, con la única finalidad de mantener la justificación ideológica de la política menemista. “El superávit primario calculado por el gobierno no tiene en cuenta el rescate de la deuda”. El que lo dice es López Murphy, un hombre partidario de la política actual. Es decir que el equilibrio fiscal se mantiene con nueva deuda; por ejemplo, de aquí a fin de año Cavallo necesita juntar unos 4.000 millones de dólares, para pagar incluso los intereses de la deuda externa. Es decir que convierte una deuda corriente (intereses) en otra de capital (que paga nuevos intereses). Como las tasas de interes en los mercados internacionales están subiendo, la carga de esta deuda deberá crecer también, lo que aconsejaría cancelarla— pero ello pondria al desnudo un descomunal déficit fiscal, probablemente de 20.000 millones de dólares, o sea un 30 por ciento de la totalidad de los ingresos públicos previstos. Con semejante estrangulamiento no hay política realmente popular posible. Mientras el “Cavallo” Alvarez quiere expandir el crédito con los métodos que ya hemos visto, la demanda de dinero está cayendo (El Economista, 26/8), como consecuencia de las tendencias recesivas y de la situación de insolvencia de numerosos deudores; no hay condiciones para prestar ni el dinero disponible. Por eso el gobierno quiere privatizar todavía más —sean las Cataratas o los bosques de Ezeiza; abrir casinos; entregar la energía atómica; negociar en las Bolsas los patrimonios de las Pymes industriales y agrarias.
El texto del “Cavallo” Alvarez es un amasijo de lugares comunes y de justificaciones académicas de los intereses de los grandes capitalistas; la palabra programa le queda muy pero muy grande. Sirve, y cómo, para sacarle la careta a otro medio pelo más, es decir a un impostor.