EL FRENTE GRANDE

EL FRENTE GRANDE

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/46497-

El protagonista incuestionable de las elecciones del domingo fue el Frente Grande. Desde estas páginas hemos cuestionado duramente su política, pero en ningún momento la posibilidad de que obtuviera un alto resultado electoral (ver PO del 5/4/94). No nos hemos equivocado, ni en una cosa, ni en la otra —salvo que alguien interprete la victoria electoral del FG como una consecuencia de que hubiese votado la intervención de la gendarmería de Cavallo a Santiago del Estero, en el Congreso Nacional.

En la Capital Federal, el Frente Grande obtuvo casi la suma de votos que obtuvieron el PJ y la UCR, y además ganó en todas las circunscripciones, aunque mucho más acentuadamente en los barrios ricos que en los pobres. No es común que la “izquierda” venza en el barrio norte. Pero el Frente tuvo también una gran votación en el conurbano, en cuyas barriadas trabajadoras llegó a superar a la UCR, es decir, a colocarse en segundo lugar; en Berisso y Ensenada, por ejemplo, alcanzó un 22 por ciento de los votos válidos.

Estos datos señalan que estamos en presencia de una votación policlasista, donde algunos votaron por determinadas razones y otros por razones objetivamente diferentes y hasta contrarias. La pretensión de querer caracterizar al electorado del Frente Grande a partir de motivaciones “institucionales” (“transparencia”, “anti-corrupción”), no solamente deja de lado la corruptela propia del Frente Grande (fue hasta octubre último una cooperativa de “ñoquis” en el Concejo Deliberante de la Capital, o votó la intervención a Santiago), sino que prescinde del carácter socialmente contradictorio de la votación que recibió el 10 de abril. Este voto contradictorio aporta, sin embargo, una luz fundamental para la comprensión de la situación política, porque revela la insatisfacción que existe con el régimen menemista, tanto de parte de los de arriba como de los de abajo. Para unos esa insatisfacción refleja el fin de los “negocios rápidos” y de la posibilidad de recoger las migajas de la especulación financiera; para los otros expresa el grado insoportable que han alcanzado la explotación y las privaciones. Esta es la verdadera cuestión del momento, porque no se puede pretender que el electorado votó a favor del gobierno, en 1991, a pesar del “Yomagate”, y que ahora lo hiciera en contra, debido al “retorno” de Matilde Menéndez.

El aporte más esclarecedor para la comprensión del carácter del voto al Frente Grande lo hizo el Chacho Alvarez antes de las elecciones, cuando le dijo a Ambito Financiero que él representaba los intereses de gente como la de la Capital y de ningún modo las necesidades de La Matanza (ver también PO del 5/4/94). Esto significa que los votantes del barrio Norte han votado más adecuadamente a sus intereses al hacerlo por el FG, que los del Gran Buenos Aires. No es casual que los “agentes de Bolsa” confesaran al día siguiente de las elecciones que el triunfo del FG “contribuía a la estabilidad”.

Luego de conocidos los exitosos resultados del FG en las barriadas del Gran Buenos Aires, la posición derechista de sus dirigentes no se atenuó sino que se acentuó. El Chacho Alvarez le dijo por ejemplo a Página 12 que la enseñanza principal que él sacaba de la experiencia del PT de Brasil era la inconveniencia de construir un partido que le quitara libertad de maniobra a sus dirigentes. Proponen por eso, “construir una estructura dirigencial”  con la Unidad Socialista (11/4/94). Como se ve, para la dirección del FG la democracia no empieza por casa — una advertencia que ya resulta reiterada para las bases militantes del  FG.

A la luz de sus posiciones derechizantes y clericales, no puede afirmarse que la votación por el FG constituya un “giro a la izquierda”  del electorado, y menos todavía si se refiere a los trabajadores. La posición objetiva del FG en la sociedad y en la política no permite esta caracterización, aunque en el FG revistan “sectores nacionales y populares”. Opinar lo contrario sería estafar al pueblo y estafarse a sí mismo. Sin embargo, estamos convencidos de que ha comenzado un giro a la izquierda de los trabajadores y de la juventud cuando se relaciona a este desplazamiento de votos del radicalismo y del justicialismo al Frente Grande, con otras manifestaciones sociales y políticas contemporáneas, como las rebeliones populares en el NOA y el “obrerazo” electoral en Santa Cruz. Estamos, ciertamente, ante la inminencia de un gran giro a la izquierda, pero ello se manifestará cuando los trabajadores pasen por encima o de largo de las conspiraciones pequeño burguesas del tipo del Frente Grande.

Hay que ser objetivos. No había terminado el escrutinio provisorio cuando ya el FG se largaba a reclamar, junto con el Episcopado, que “se abra el Pacto”,  cuando lo único que lograría este planteo, en la actual composición de la Asamblea Constituyente, es que Menem pueda  hacer pasar la reelección y el gobierno por decreto (y la Iglesia la reforma clerical) sin necesidad de aceptar la limitación establecida en el Pacto de que el futuro presidente deba ser elegido  en forma directa y por medio de una segunda vuelta, esto para el caso de que no obtenga en la primera el 45 por ciento de los votos. El planteo del FG rescata la posibildad de la reelección y del gobierno por decreto cuando el Pacto se ve afectado por una seria crisis. Otra crisis sería que el FG reclamara la anulación de la convocatoria de la Constituyente, ante la evidencia de que la mayoría del electorado (57 al 60 por ciento del padrón electoral) no respalda la reelección, y ante la evidencia de que los convencionales radicales no han obtenido el mandato de su electorado histórico para votar favorablemente esa reelección.

La posición del FG lo ubica como pieza esencial en el mecanismo que debe facilitar la viabilidad de la Constituyente reaccionaria, y por lo tanto de la reelección de la camarilla menemista, y, nuevamente por lo tanto, del régimen Menem-Cavallo. La pequeña burguesía del FG ya demostró muy tempranamente, vía intervención a Santiago, que pretende ser partido del orden. Si esta posición de rescate de la reelección y de la Constituyente reaccionaria llega a otorgar al radicalismo una posibilidad de superación de su crisis, la fiesta del Frente Grande no habrá durado más que algunas semanas.